Los jóvenes no pueden acceder a vivienda: ¿Cuáles son los motivos?

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Los jóvenes no pueden acceder a vivienda: ¿Cuáles son los motivos?

Los jóvenes no pueden acceder a vivienda: ¿cuáles son los motivos?

 

 

 

Lidya Mabel Castillo Sanabria

Abogada/Master en Antropología urbana/

Doctoranda Ciudad, Territorio y Planificación Sostenible URV

La precariedad laboral y los bajos salarios impiden que una buena parte de los jóvenes a nivel mundial, puedan acceder a una vivienda en propiedad. Ni tienen capacidad para pagar la entrada inicial, ni un trabajo estable para hacer frente a la hipoteca. La solución, el alquiler, muchas veces compartido, o en el peor de los casos, seguir con la familia son las únicas alternativas para muchos de ellos. Esta tendencia, no hace sino aumentar cada año.

Desde hace unos años, se ha producido una caída importante de la capacidad de compra de una vivienda por parte de los jóvenes. La capacidad de compra se refiere a la relación entre el precio medio de la vivienda y el salario medio. Este indicador depende de la renta disponible por la unidad familiar y está íntimamente ligado a la creación de empleo.

Precisamente, la última década se ha caracterizado por una elevada tasa de desempleo juvenil.

Además, a pesar de la fase descendente que registra el desempleo juvenil desde 2020, acentuada por la pandemia del COVID 19, se ha incrementado sustancialmente la temporalidad de quienes trabajan. Por ello, el empleo juvenil es ahora sinónimo de temporalidad. En muchos casos, además, se trata de empleo parcial de carácter involuntario, ante la imposibilidad de muchos jóvenes de encontrar trabajos de jornada completa.

Finalmente, además del aumento de la ocupación a tiempo parcial, la elevada rotación laboral contribuye aún más a esta precariedad de los jóvenes. Entre 2007 y 2017 se ha pasado de un encadenamiento de 3,4 contratos laborales a 5,2 al año. Es decir, de media, los jóvenes necesitan más de cinco contratos para trabajar un año.

Otro de los grandes problemas es la dificultad de acceso al crédito hipotecario para comprar una vivienda. Además de un problema de capacidad de compra, los jóvenes se enfrentan a la falta de capacidad de pago. Esta se refiere al porcentaje sobre la renta disponible que supone el desembolso de la cuota de la hipoteca. Es necesario realizar pagos mensuales a largo plazo y contar con fuentes de ingresos estables y verificables para que se conceda la financiación. Aunque los niveles actuales de exigencia de las entidades bancarias a la hora de conceder créditos hipotecarios son menores, todavía son un impedimento para el acceso de este segmento de la población al mercado inmobiliario.

Por otro lado, los estándares utilizados por las propias entidades financieras recomiendan no dedicar más del 30%-35% de los ingresos mensuales a afrontar un préstamo hipotecario. Con ello se pretende que las familias puedan disponer, al menos, del 70%-65% del sueldo mensual para las necesidades básicas como alimentarse, vestirse e, incluso, ahorrar. Sin embargo, en la actualidad, el porcentaje del salario neto de un hogar unipersonal que debería reservarse para sufragar el importe de la primera cuota hipotecaria por una vivienda libre puede superar el 60%.

Por ello, un joven solo puede comprar una vivienda con mucha dificultad. Partiendo del salario medio anual, puede optar a una vivienda de interés social, cuyas construcciones no superan los 150 SMMLV y al ser entregados en obra gris, por ejemplo, les permite adaptar y reacomodar el espacio a su gusto personal. En lo atinente al crédito hipotecario, supone destinar el 30% aconsejable del salario neto al crédito. Obviamente, también depende de dónde se busque.

En relación con la escasa o prácticamente nula capacidad para pagar una vivienda, para la mayoría de los jóvenes el gran problema es el importe inicial del precio del inmueble y las garantías que se deben aportar para los créditos hipotecarios. Así, la entrada inicial de la compra asciende a $30.000.000, calculados a partir de la estimación de una entrada del 20% del valor de la vivienda y de un 10% adicional para gastos de adquisición (notaría, beneficencia y registro, etcétera). Hace unos años, los préstamos hipotecarios alcanzaban e incluso superaban en la práctica el cien por cien del valor de tasación de la vivienda, por lo que los jóvenes habitualmente no tenían este obstáculo de la entrada inicial. Ahora esta situación ha cambiado, y la escasa o nula capacidad de ahorro de los jóvenes no les permite cumplir con los requisitos exigidos por las entidades financieras para otorgar un préstamo.

La solución hoy, alquilar. Más allá de la ayuda familiar, para la mayoría de los jóvenes la vía para acceder a una vivienda es el alquiler. Cada vez es mayor el número de ellos que se decanta por esta opción.

Sin embargo, es justamente en los alquileres donde se están registrando los mayores incrementos de precios del mercado inmobiliario. De hecho, es la mayor demanda por parte de los jóvenes la que está presionando al alza el precio medio del alquiler. Y, dado que proporcionalmente hay más jóvenes en alquiler que en el resto de los segmentos de edad, es precisamente este colectivo el más afectado por el aumento de los precios. Esto obliga a muchos de ellos a alquilar de forma compartida ya que, como sucede con la compra, la parte de los ingresos que un joven debe destinar a pagar el alquiler es inasumible para una persona sola.

 

Conclusiones

 

Las actuales condiciones sociolaborales de la mayoría de los jóvenes impiden que puedan acceder a una vivienda en propiedad. Hoy, apenas un 27% es propietario de una vivienda, lo que supone una caída de más de la mitad respecto al porcentaje de jóvenes propietarios que había en 2018.

Con la precariedad laboral y los bajos salarios existentes, los jóvenes lo tienen muy difícil para acceder al mercado hipotecario, lo que les obliga a retrasar su emancipación o a acceder a una vivienda en alquiler. Esta última opción puede estar influyendo en el incremento del precio medio del mercado de alquiler, especialmente acusado en algunas comunidades autónomas. También es cada vez más frecuente la opción de la cesión gratuita por parte de familiares, una alternativa que está creciendo exponencialmente apoyada en el hecho de que España cuenta con uno de los porcentajes de vivienda en propiedad más elevados del mundo.

El problema principal, a corto plazo, no es tanto la necesidad de vivienda nueva para dedicarla a la venta o al alquiler para la juventud, cuanto el establecimiento de políticas de rehabilitación y reorientación del uso del parque existente, para adecuarlo a las necesidades de la población joven que no tiene posibilidad de acceso a la vivienda.

Para solventar el actual déficit de acceso a la vivienda existente, una solución (parcial) podría ser facilitar la salida al mercado de las viviendas infrautilizadas. Para ello es necesario que los arrendatarios tengan garantizada la seguridad jurídica de la propiedad que ponen en alquiler y la rentabilidad de la misma. Ambas garantías no pueden ir separadas. Si se aseguran adecuadamente estas condiciones, se dinamizaría el mercado de alquiler y, al equilibrar la oferta y la demanda, se facilitaría la contención de los precios. Una oferta pública de alquiler de vivienda de jóvenes (actualmente inexistente) también podría contribuir a aliviar los problemas de vivienda.

 

 

 


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