Entre aplausos de los mercados y reclamos sociales: el desafío Milei

Editorial

Entre aplausos de los mercados y reclamos sociales: el desafío Milei

Entre aplausos de los mercados y reclamos sociales: el desafío Milei

 

Por: Ing. Abdón Sánchez Castillo -Master of Business Administration (MBA) Universidad de los Andes.

El presidente argentino Javier Gerardo Milei despierta pasiones encontradas tanto en su país como en el resto del mundo. Amado por muchos y rechazado por otros, su figura polariza, en parte por su discurso frontal y combativo contra los partidos de izquierda y los movimientos progresistas. Su estilo vehemente, su carácter explosivo y su rechazo absoluto al intervencionismo estatal, al colectivismo, al gasto público excesivo, a la emisión monetaria, al banco central, al marxismo y al keynesianismo, lo alejan por completo de la ortodoxia política y económica tradicional.

Lejos de la diplomacia habitual, Milei arremete sin filtros contra quienes defienden las ideas que él combate con pasión. Sin duda, no es un economista convencional. En este artículo analizaremos hasta qué punto ha logrado cumplir las expectativas de sus votantes y qué tan efectivas han sido sus propuestas basadas en el libre mercado, la empresa privada como motor del desarrollo y un Estado limitado a funciones regulatorias. Para ello, estudiaremos el desempeño de la economía argentina desde el inicio de su mandato, revisando variables clave como el Producto Interno Bruto (PIB), la inflación, el empleo y el mercado laboral, la inversión extranjera directa (IED), la balanza comercial, las reservas internacionales, el riesgo país (EMBI) y la evolución del tipo de cambio y el régimen cambiario.

Producto interno bruto (PIB)

El PIB de Argentina experimentó importantes altibajos desde la asunción de Javier Milei en diciembre de 2023. Durante 2024 la economía se contrajo un -1,7% en comparación con 2023, arrastrada por una fuerte caída del consumo privado (-4,2%), del gasto público (-3,2%) y, sobre todo, de la inversión (-17,4%). Estos descensos reflejan el drástico ajuste fiscal implementado por el nuevo gobierno (reducción del gasto público, congelación de obra pública y recorte de subsidios) para estabilizar las cuentas y contener la inflación. No obstante, el sector externo contribuyó positivamente: las exportaciones crecieron 23,2% en 2024 gracias a la recuperación agrícola tras la sequía de 2023. Así, la recesión fue menos profunda de lo previsto inicialmente por analistas e incluso por el FMI, que estimaban caídas de hasta -3,8%.

A partir del último trimestre de 2024 se observó una mejora en la actividad. En el 4º trimestre, el PIB creció +2,1% interanual (tras tres trimestres consecutivos en rojo) y avanzó +1,4% respecto del trimestre previo. Esta leve recuperación a fines de 2024 coincide con cierta estabilización macroeconómica luego del “shock” inicial del programa de Milei –que incluyó una devaluación del peso en diciembre de 2023– y con el repunte del agro y la producción de petróleo y gas en Vaca Muerta. De cara a 2025, el Gobierno y organismos internacionales proyectan vuelta al crecimiento (en torno a +5% anual según el presupuesto y el FMI), sustentada en un clima de mayor estabilidad y confianza. No obstante, alcanzar ese rebote dependerá de sostener las reformas y de la evolución del consumo interno, muy golpeado durante el ajuste inicial.

Inflación

La dinámica de la inflación dio un giro radical bajo la administración Milei. Al asumir en diciembre de 2023, Argentina padecía hiperinflación de tres dígitos: ese mes los precios saltaron un 25,5% (solo en diciembre) luego de la fuerte devaluación post-cambio de gobierno. La inflación interanual rondaba el 211% (la más alta desde 1991). Frente a esta crisis, el Gobierno aplicó una estricta política monetaria y fiscal contractiva, cortando la emisión.

Ya para mediados de 2024 la inflación mensual se había moderado a un dígito. En diciembre de 2024, el IPC aumentó solo 2,7% mensual, llevando la inflación acumulada del año a 117,8%, una cifra aún elevadísima en términos internacionales pero 100 puntos por debajo del 211,4% registrado en 2023. Esto representa una desaceleración drástica (la inflación mensual de dic-2024 fue casi una décima parte de la de un año atrás y constituye, según analistas, el mayor logro económico de Milei en su primer año). En los primeros meses de 2025, la inflación continuó en niveles moderados: por ejemplo, abril 2025 registró 2,8% mensual (47,3% interanual, el nivel interanual más bajo en cuatro años). Si bien en marzo 2025 hubo un repunte puntual a 3,7% (influido por ajustes estacionales y una breve corrida cambiaria), las expectativas de mercado indican que la desinflación persistirá. Diversas proyecciones ubican la inflación 2025 en torno al 25-30% anual, un nivel no visto desde 2017.

Es importante destacar que esta rápida desinflación tuvo costos: se logró a través de un shock de austeridad que contrajo la demanda interna y provocó una caída del salario real. Muchos precios relativos (tarifas, tipo de cambio oficial) se “sinceraron” al alza a fines de 2023, para luego mantenerse más estables. Esto implicó una fuerte pérdida de poder adquisitivo en 2024, con consecuencias sociales (más pobreza, consumo resentido). Hacia 2025 el desafío será consolidar la estabilidad de precios sin reactivar la inflación cuando la economía repunte, algo que el Gobierno confía lograr manteniendo la disciplina fiscal y una estricta política monetaria.

Empleo y mercado laboral

El mercado laboral también sintió los efectos de la recesión inicial y las políticas de ajuste. La tasa de desempleo subió ligeramente en el primer año de Milei: pasó de 5,7% a fines de 2023 a 6,4% en el cuarto trimestre de 2024. Aunque el desempleo del 4º trim-2024 mejoró frente al 6,9% registrado en el trimestre anterior, sigue siendo mayor al nivel de un año atrás.

Este incremento moderado se explica en parte porque muchos de los despidos en el sector público (por la “motosierra” de recortes) y la contracción de ciertos rubros privados no se tradujeron plenamente en desempleo abierto, sino en empleo precario. De hecho, la informalidad laboral alcanzó un máximo histórico: en el 4º trimestre de 2024 el 42% de los trabajadores estaban en la informalidad, un leve aumento respecto al 41,4% del año previo. Esto equivale a más de 9 millones de personas trabajando informalmente sin protección social, de un total aproximado de 21,5 millones de ocupados.

A pesar de la destrucción de empleos públicos y la caída general de la actividad en 2024, el empleo privado registrado mostró cierta resiliencia en sectores exportadores (agro, energía) y servicios. La tasa de actividad (proporción de población económicamente activa) se mantuvo en 48,8% a fines de 2024, y la tasa de empleo en 45,7%, apenas por debajo del nivel anterior. Esto sugiere que muchos trabajadores desplazados buscaron alternativas en el sector informal o cuentapropista en lugar de engrosar las filas de desempleados. Sin embargo, la calidad del empleo se deterioró y los ingresos reales cayeron, profundizando problemas sociales. En el primer semestre de 2024 la pobreza aumentó a raíz de la inflación desbordada de fines de 2023, aunque podría moderarse con la posterior baja de precios. De cara a 2025, se espera que la reactivación económica prevista (especialmente en inversiones y construcción) ayude a recuperar empleo formal. El Gobierno ha señalado como prioridad la generación de empleo privado de calidad para absorber parte del personal expulsado del Estado, flexibilizando normas laborales e incentivando inversiones.

Inversión Extranjera Directa

La evolución de este indicador aún no ha sido la que se esperaba. A pesar del discurso pro-mercado de Milei, la inversión extranjera directa no mostró aún un boom en su primer año de gobierno. Por el contrario, los flujos de IED hacia Argentina disminuyeron significativamente en 2024 en comparación con el año anterior. En los primeros nueve meses de 2024, los ingresos de divisas por inversiones foráneas fueron un 35% menores que en el mismo período de 2023. Solo en el tercer trimestre de 2024, los flujos netos de IED sumaron USD 2.395 millones, lo que representó una caída interanual del -63,7% frente al tercer trimestre de 2023. Este retroceso se dio a pesar de la expectativa de que la llegada de Milei al poder, con un plan económico liberal, atraería mayor confianza inversora. En la práctica, factores como la incertidumbre inicial, la inestabilidad cambiaria y la espera de definiciones (por ejemplo, sobre la dolarización o regímenes de incentivos) hicieron que muchas empresas pospusieran decisiones de inversión en 2024.

Balanza comercial

El sector externo presentó una de las mejoras más notorias desde la llegada de Milei, pasando de un déficit crónico a un marcado superávit comercial. En 2024 la balanza comercial cerró con un excedente de USD 18.900 millones, revertiendo el fuerte déficit de -USD 6.925 millones registrado en 2023. Este saldo positivo de 2024 fue, en términos nominales, el más alto de los últimos 20 años (superior incluso a los superávit de la era post-devaluación 2002-2003), y se logró gracias a una combinación de mayor exportación y caída de importaciones. Las ventas al exterior aumentaron casi un +20% interanual en 2024, impulsadas por la recuperación de la cosecha agrícola (soja, maíz) y por mayores volúmenes en energía e industriales. Al mismo tiempo, las importaciones se contrajeron un -17,5% respecto al año anterior, reflejando la menor demanda interna por la recesión, la eliminación de subsidios (que encareció la importación de combustibles) y los controles cuantitativos a las compras externas vigentes gran parte del año.

Reservas internacionales

En el último año y medio, las reservas internacionales del Banco Central de Argentina (BCRA) pasaron de una situación crítica a una notable recuperación bajo la presidencia de Javier Milei. En diciembre de 2024, las reservas brutas se situaban en USD 29.600 millones, reflejando una acumulación de USD 6.500 millones en el año, la mayor desde 2018. Este repunte se explicó principalmente por el superávit comercial, especialmente gracias a las exportaciones del agro, y por un saldo financiero positivo impulsado por ingresos de deuda y repatriación de capitales. Aunque las reservas netas seguían cerca de cero (-USD 2.200 millones), se logró revertir la pérdida de USD 21.500 millones registrada en 2023.

En 2025, la tendencia se consolidó con un nuevo acuerdo con el FMI que inyectó USD 12.000 millones adicionales, elevando las reservas a cerca de USD 40.000 millones en abril. Esta mejora permitió eliminar el cepo cambiario sin sobresaltos, alentando incluso el regreso de depósitos privados en dólares al sistema financiero local. El gobierno ahora se propone aumentar las reservas netas en USD 4.000 millones más hacia fin de año, con la vista puesta en una eventual dolarización. En conjunto, las reservas han dejado de ser un punto de vulnerabilidad para convertirse en una herramienta estratégica de estabilización cambiaria.

Riesgo País (EMBI) 

Durante la presidencia de Javier Milei, el riesgo país de Argentina —medido por el índice EMBI+ de JP Morgan— experimentó una notable disminución, reflejando una mayor confianza de los mercados. Al asumir el poder en diciembre de 2023, el índice se situaba en 1.923 puntos básicos y llegó a superar los 2.100 en enero de 2024. No obstante, con la implementación del plan de ajuste, la estabilidad cambiaria inicial y un acuerdo con el FMI, el indicador comenzó a descender hasta alcanzar un mínimo de 569 puntos en enero de 2025, impulsado por la baja de la inflación, el refuerzo de reservas y la mejora en las expectativas de pago de deuda. Este escenario permitió que los bonos argentinos ganaran valor, reduciendo sus rendimientos y el spread con los bonos estadounidenses.

Sin embargo, a inicios de 2025 se revirtió parcialmente esta tendencia y el riesgo país aumentó nuevamente, alcanzando los 780 puntos en febrero y alrededor de 900 en abril. Este repunte respondió a la incertidumbre por parte de los inversores ante la falta de detalles del nuevo acuerdo con el FMI, sumado a un entorno global menos favorable por la volatilidad de los mercados y la subida de tasas en EE.UU. A pesar de ello, el riesgo país sigue muy por debajo de los niveles anteriores a Milei, lo que indica una mejora sustancial en la percepción internacional sobre la solvencia argentina, aunque el país aún no ha recuperado el acceso pleno a los mercados de deuda voluntarios.

Tipo de cambio y Control cambiario

Durante el gobierno de Javier Milei, la política cambiaria argentina experimentó una transformación radical con la eliminación del cepo cambiario que había estado vigente por más de seis años. En una primera etapa, el gobierno realizó una devaluación inicial y luego implementó un régimen de “crawling peg” para ajustar gradualmente el tipo de cambio. El punto de inflexión llegó en abril de 2025, cuando se estableció un régimen de flotación administrada con bandas (entre ARS 1.000 y ARS 1.400 por dólar), se eliminaron restricciones a la compra de divisas, se suprimieron impuestos asociados y se unificaron los tipos de cambio. Esta liberalización fue posible gracias a la acumulación de reservas tras el acuerdo con el FMI, lo que brindó confianza al mercado y contuvo una posible crisis.

Contrario a lo que muchos anticipaban, la salida del cepo no provocó una disparada del dólar, sino una caída en los tipos de cambio paralelos gracias a una fuerte oferta de divisas del agro y mayor confianza. A fines de abril de 2025, la brecha cambiaria se redujo casi a cero, y el dólar oficial y los paralelos convergieron alrededor de ARS 1.170-1.185. Esto permitió una normalización del mercado, mejorando la rentabilidad exportadora y eliminando restricciones a importaciones y pagos financieros. Aunque persisten desafíos, el nuevo esquema busca estabilidad mediante una banda cambiaria con ajustes mensuales del 1%, y se considera un paso firme hacia un sistema bimonetario o una eventual dolarización, según la visión de Milei.

Conclusiones

Hasta ahora, todo indica que Milei ha comenzado a cumplir con los objetivos que se trazó para la economía argentina y sus ciudadanos. Sin embargo, ese avance no ha sido gratuito: como hemos reiterado en esta editorial, toda transformación económica profunda y sostenible exige sacrificios significativos. En este caso, los costos se han reflejado en un aumento de la pobreza y una considerable pérdida del poder adquisitivo, efectos que han despertado malestar social y numerosas protestas.

No se puede aspirar a una economía eficiente si se continúa gastando más de lo que se genera. Esto aplica tanto al presupuesto interno como al flujo de divisas del país. El ajuste, por duro que sea, responde a la necesidad de corregir desequilibrios estructurales que durante años minaron la estabilidad macroeconómica.

En su primer año y medio de gobierno, Javier Milei logró un giro notable en el rumbo económico de Argentina, centrado en una política de fuerte ajuste fiscal, liberalización del mercado cambiario y fortalecimiento de reservas. Estos cambios estabilizaron algunos indicadores clave: la inflación, si bien aún elevada, mostró una tendencia descendente; el riesgo país se redujo considerablemente respecto a los niveles críticos de 2023; y el tipo de cambio entró en una fase de normalización tras la eliminación del cepo. Las reservas del Banco Central, anteriormente negativas, comenzaron a recuperarse gracias a superávits comerciales, acuerdos financieros y apoyo del FMI, otorgando al país un mayor margen de maniobra.

Sin embargo, esta estabilización tuvo costos sociales y económicos, tal como ya se mencionó. Aun así, el balance general refleja una mejora en la confianza de los mercados y señales incipientes de recuperación estructural. El modelo económico de Milei sigue generando debate, pero sus primeras medidas sentaron bases para una economía más abierta, con menos intervencionismo estatal y mayor disciplina fiscal. La sostenibilidad de este proceso dependerá de la capacidad del gobierno para mantener el rumbo sin desatender los efectos sociales, consolidar las reformas y atraer inversiones que impulsen el crecimiento.

Vivimos en un mundo altamente competitivo, y aunque Argentina ha comenzado a avanzar, aún queda un largo camino por recorrer. Este proceso es una carrera de fondo, no de velocidad, y su éxito dependerá no solo del gobierno de Milei, sino también de las decisiones que adopten quienes lo sucedan. La clave estará en si optan por continuar en esta senda o, por el contrario, deciden revertir el rumbo trazado hasta ahora.

 

 

 

 


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