La soledad de Ucrania

Editorial

La soledad de Ucrania

La soledad de Ucrania

 

Por: Ing. Abdón Sánchez Castillo -Master of Business Administration (MBA) Universidad de los Andes. 

 

La invasión militar de Rusia a Ucrania ha dejado al mundo estupefacto y temeroso. Las imágenes que podemos ver en la televisión son dolorosas:  familias con niños caminando en medio del frío, durante muchos días, para salir de su país, dejando atrás sus casas, pertenencias y vidas, para empezar de cero en un lugar diferente y quizá desconocido. Muchos creíamos que la guerra fría y la geopolítica eran cosas del pasado, pero la Federación de Rusia se ha encargado de revivir estos viejos temores.

La arriesgada decisión guerrerista de Putin ha develado la riesgosa realidad por la que atraviesa el mundo y nos ha recordado varias enseñanzas que ya habíamos tenido en el pasado, pero que parecieran haber sido olvidadas:

  • La insolidaridad es una característica permanente e invariable de la humanidad.
  • La falta de solidaridad con países en problemas, al final trae graves consecuencias para todos: pérdida de vidas y pobreza.

 

La primera enseñanza consiste en que cada pueblo es dueño de su destino y de su libertad, y que, a la hora de un problema grave, ya sea de invasión de un país extranjero o guerra civil interna, cada uno tiene que arreglárselas como pueda. Es muy poco probable que algún estado, por poderoso que sea, decida entrar a participar directa y gratuitamente en un conflicto bélico, exponiendo sus soldados y sus vidas, especialmente si el territorio invadido no pertenece a la OTAN.

Eso ha sucedido muchas veces en la historia. La más simbólica y recordada fue aquella, ocurrida el 1 de septiembre de 1939, cuando Hitler invadió Polonia, iniciando de esta forma la Segunda Guerra Mundial. En aquel momento ningún estado movió un solo dedo para ayudar, y en menos de un mes, Polonia estaba completamente en manos de alemanes y soviéticos, estos últimos con quienes Hitler había firmado un pacto de no agresión en agosto de 1939.  

En aquel momento, la falta de acción por parte del mundo libre, trajo desastrosas consecuencias: en poco tiempo Hitler se tomó, uno a uno, ocho países más, incluyendo Francia, con muy poca resistencia debido a su superioridad militar. Cuando intentaron detenerlo en Francia, ya era demasiado tarde; hacerlo les costó a los aliados cinco años y entre 40 y 50 millones de vidas, más de la mitad civiles, y la destrucción del 50% de las empresas industriales en Europa, así como la afectación de los campos destinados a la agricultura, lo que trajo hambruna y muerte.

Esperamos que en esta ocasión no se repita la historia, y que la intención de Putin sea, como él lo ha dicho, de defensa preventiva para supuestamente desnazificar y desmilitarizar esta región, ante la amenaza de que Ucrania pase a ser miembro activo de la OTAN, y no tenga él una agenda oculta con intenciones expansionistas de su régimen autocrático, para recuperar las zonas de influencia de la extinta Unión Soviética, tal como lo augura Mria Milosevich-Juaristi en su estudio: El Putinismo, sistema Político de Rusia.

Putin ha sido presidente de la Federación de Rusia desde el año 2000, y en su discurso posterior a la anexión de Crimea (18 de marzo de 2014) dijo: “millones de personas se fueron a dormir en un país y se despertaron en muchos otros estados, convirtiéndose en minorías étnicas de las antiguas repúblicas soviéticas: así los rusos se convirtieron en una de las naciones más grandes, sino la más grande del mundo, que está separada por fronteras”, lo cual evidencia su anhelo de volver a ser una gran potencia, como lo fue en su momento la Unión Soviética.

El sistema político de Rusia es definido por muchos como una “Democracia imitativa”, donde realmente no existe partido de oposición y por tanto no es una democracia legítima. Putin después de la anexión de Crimea ha tenido una popularidad entre un 81% y 84% de la población, exacerbado por el nacionalismo que ha venido creciendo, igual que su popularidad, lo cual lo hace realmente peligroso.

Los colombianos vemos esta amenaza tan lejana que, estamos tentados a ignorarla y pensar que aquí tenemos problemas más graves que debemos resolver, lo cual también es cierto, pero no por eso debemos perder la perspectiva de la amenaza que se cierne sobre todo el planeta, y nosotros no somos la excepción, por una sencilla razón: tenemos un vecino que comparte el mismo sistema de gobierno que los rusos y además es apoyado por Putin: Venezuela.

La mejor forma de evitar una guerra es la disuasión, preparándose para afrontarla con éxito, con la esperanza de que nunca se presente.  Colombia ha invertido grandes cantidades del presupuesto nacional durante años (3,1% del PIB durante el 2020), en la guerra contra las fuerzas insurgentes y la delincuencia que nos azota, pero no sabemos que tan bien hemos hecho la tarea para enfrentar amenazas externas, porque el día que tengamos que soportar una amenaza grave, que ojalá nunca ocurra, solamente una cosa es segura: estaremos solos y tendremos que valernos por nosotros mismos, tal como le está sucediendo hoy a los ucranianos. Dios nos libre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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