
UNA COLOMBIA ALEGRE, ESPERANZADORA Y RECONCILIADA
Desde que se anunció el viaje de su santidad Francisco al país, cada noticia que se conocía al respecto era un júbilo nacional, no solo por la venida del representante de Dios en la tierra sino igualmente la de un líder que con su carisma, humildad y cercanía, ha dejado huella en cada lugar del mundo que ha visitado, llevando además de la palabra del padre celestial, mensajes que generan que toda la nación en la que se encuentre fije sus miradas en sus afirmaciones de reflexión, para seguir adelante en procura de lograr los propósitos nacionales por los cuales se está trabajando en su momento.
Atención que solo basto que tocara suelo colombiano para que comenzara a posicionarse consecuentemente tanto con sus actos como con sus palabras, puesto que sin perder de vista el panorama que lo rodeaba su dedicación especial a saludar con una sonrisa a los niños, se puede ver reflejada en esa primer invitación al país al arribar por primera vez a la Nunciatura, consistente en no perder la alegría y la esperanza, exhortación que implica que el primer paso que debamos dar es ayudarnos mutuamente a sanar nuestros corazones.
Colaboración fraterna que para el Santo padre, así mismo, nos debe llevar a soñar en grande a jóvenes, adultos y niños; visión que a su vez nos debe hacer ver que es el eje fundamental para combatirlas las dificultades, derrumbar las barreras y vencer a la violencia y los males entre todos, para de esta manera poder trabajar unidos en esa reconciliación, que permita llegar a conseguir la paz, cuyos esfuerzos nos recuerda facilitaran la construcción de un mejor futuro y hacen crecer la esperanza que es lo que nos enseñó no se debe dejar perder.
Mensajes que sin desconocer que tienen una connotación política, deben conducir a que cada colombiano comenzando por los que tienen a su cargo los destinos del país, los hagamos propios, para que aparte de que se inicien a replicar más fácilmente, sus posibilidades de que puedan llegar hacerse realidad sean mayores, teniendo siempre presente que lo nos dijo el Papa Francisco de que “Cristo nos enseña que el odio no tiene la última palabra y que el amor es más fuerte que la muerte y la violencia”, ya es hora de que se aplique en el país, permitiendo que sean la tolerancia y la tranquilidad las que brillen, mas no la polarización junto con la tergiversación.
Predominio de la verdad, que se podría decir su santidad lo concibe que debe ir de la mano de la aceptación por el otro, al habernos mostrado que debemos ser conscientes de que todos somos vulnerables, lo que hace que la verdad sea ese vehículo para alcanzar en primer lugar esa justicia que propiciara las condiciones para llegar a la paz por la que sin distinción alguna y sin importar la orilla en que se encuentra se debería trabajar, partiendo de esa otra gran frase que nos dejó el Papa Francisco de que “Basta una persona buena para que haya esperanza, cada uno de nosotros puede ser esa persona”, alegre y dispuesta a contribuir a la construcción de la reconciliación.
Enseñanzas que ojala trasciendan en el tiempo, porque el contar con la presencia de su santidad en una nación es un privilegio, frente al cual solo Colombia puede decir “Gracias Papa Francisco” por alegrarnos con su venida, inyectarnos de mucha esperanza y demostrarnos que la reconciliación es mucho más fácil de lo que pensamos, ojala haya una próxima visita para que pueda ver esa Colombia Alegre , Esperanzadora y Reconciliada que nos motivó con su ejemplo a construir.
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