
Colombia y El Mundo, Un 2017 Que Se Va y Un 2018 Para So
Concluye un año lleno de turbulencias en lo internacional, y en donde tuvimos ocasión de analizar desde este espacio situaciones que seguramente continuarán en el próximo 2018.
El fenómeno del Brexit en Europa nos mostró como el Reino Unido no estaba preparado para la votación favorable a la salida de la Unión Europea, y como el ocaso del sueño comunitario se presenta cada vez más, sin embargo, la Unión se mantuvo sólida, pero perfila un nuevo liderazgo, tal vez Alemania dejará de ser la manda más, y la Francia de Macron tome las riendas del continente, un nuevo aire que con la juventud y el carisma del mandatario francés seguramente le dará un nuevo rumbo al sueño europeo en el 2018.
De otra parte la situación en América Latina presentó diversos retos, entre otros las crisis migratorias en donde Colombia tuvo su papel especialmente en la frontera terrestre con Ecuador, y la frontera geográfica con Panamá, las que se convirtieron en dos puntos de referencia del ingreso de extranjeros, que hacen de Colombia su plataforma para desplazarse hacia el Golfo de Urabá, con la esperanza de emprender una travesía marítima y a pie por el Tapón del Darién para conquistar Centro América, o quizás, el “sueño americano”.
Tal vez el mayor reto es tender una mano amiga a los miles de venezolanos que han tenido que emigrar por la crisis a un país que no tiene las mejores capacidades económicas y sociales de respuesta como Colombia, pero que no puede ser inferior al reto de corresponsabilidad que le asiste con un pueblo hermano castigado por la injusticia, en donde el gobierno Santos fue complaciente con Maduro.
El tema medioambiental estuvo y seguirá estando en la agenda de gobernanza global. La salida de los EE. UU. del Acuerdo de París COP21, y el negacionismo de la administración Trump sobre el cambio climático, aunado a las escalofriantes mediciones de contaminación en China, India, España, Perú y la misma Colombia, nos dan cuenta de que el cambio climático es una realidad y no un invento. Si no actuamos ya no tendremos medios para subsistir, la crisis de los combustibles fósiles y la necesidad de energías renovables y sostenibles deben ser un imperativo en el mundo del Siglo XXI.
Colombia, que recibió premios a manos de su presidente en este 2017, no ha ratificado el Acuerdo de París y continua con una deforestación potenciada por la tala ilegal, la minería ilegal, y los cultivos de coca que alcanzaron las casi 200.000 hectáreas.
Seguramente los tratados por si solos no solucionan nada, pero si no actuamos ya y rebasamos la agenda de inmediatez política por una de gobernanza ambiental pronto lo lamentaremos.
Los dilemas y los problemas éticos asociados a la ausencia de Compliance y transparencia permearon casi todos los hemisferios. Los escándalos de ODEBRECHT, el Canal Isabel II, el FIFAGATE, los PanamaPapers y ahora los ParadisePapers, entre otros, nos demuestran que aún hay mucho por hacer en materia de ética y gobernanza global, así como de la adecuada coordinación que debe existir entre lo político, lo jurídico y lo internacional, para lograr una cultura global de transparencia.
Los ataques terroristas, el debilitamiento de DAESH, pero la persistencia de los lobos solitarios y el problema de la venta y uso de armas en países como EE. UU. siguen siendo una amenaza global sobre el cual existen instrumentos internacionales para limitar su uso, pero que siguen siendo una fuente inagotable de tragedias por las masacres, la violencia, y los actos demenciales como los que presenciamos este año en Francia, EE. UU., y las tensiones globales en una oleada del terror que aún no se apaga en Corea del Norte, Venezuela y el Golfo Pérsico ante las tensiones entre Arabia Saudita y Catar.
En materia de integración regional, UNASUR se convirtió en el ocaso de un sueño, y la OEA poco a poco levantó cabeza de la mano de su Secretario General, Luis Almagro, quién sin titubeos ha enfrentado la dictadura de Maduro y del PSUV en la hermana Venezuela.
Este columnista puso su grano de arena coadyuvando la presentación de la situación de Venezuela ante la Corte Penal Internacional, esperando que la fiscalía de esa organización encuentre méritos para abrir una investigación a varios miembros del régimen, lo que ojalá derive en las probadas responsabilidades penales internacionales de quienes han vulnerado el derecho internacional.
Naciones Unidas sigue durmiendo el sueño de los justos a pesar de que la llegada de Antonio Guterres supondría una nueva dinámica. Lo cierto es que la organización más grande del mundo está en mora de una gran reforma, y sus logros no pueden ser un atropellado acuerdo de paz como el que aún no se consolida en Colombia.
En nuestro país el 2017 estuvo lleno de altibajos en materia política, un resentimiento e incertidumbre en lo económico que aún no ha mostrado su peor cara, y un final de año marcado por la polarización política, el pesimismo general, la ausencia de credibilidad institucional, y un año preelectoral en donde no hay mucho más que esperar, más allá de los acuerdos burocráticos de siempre, y la esperanza de un mejor país en 2018, uno que será muy diferente con un proceso de paz que no logró refrendación popular en su momento, y que hoy pasa factura al gobierno en las discusiones de la JEP, la participación política de las Farc, y los escándalos de corrupción en la justicia, el ejecutivo, y la baja popularidad que rodea al gobierno Santos II.
Esperemos que el 2018 haga recapacitar a los líderes globales de EE. UU. y Corea del Norte y dejemos de tener zozobra por amenazas bélicas, que Venezuela retorne a la democracia y a la prosperidad, que los escándalos de corrupción en Ecuador, Colombia y Panamá dejen de ser la nota predominante, y que por fin lleguemos a la tan anhelada paz y seguridad internacionales, promesa del multilateralsimo y la posguerra.
La agenda global deberá estar marcada por cumplir los objetivos del milenio, hacer del mundo un lugar mejor, sostenible, equitativo, igualitario y ambiental y socialmente responsable, un mundo justo y cada vez más libre. El Siglo XXI sigue teniendo muchas deudas, y en la era da las tecnologías de la información y los avances científicos no podemos seguir temerosos de las guerras, las epidemias, las catástrofes, la pobreza y el terror.
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