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El valor está en lo invisible: los activos que inclinan la balanza
Marcas
El valor está en lo invisible: los activos que inclinan la balanza
El valor está en lo invisible: Los activos que inclinan la balanza
Por: Sofía Cobo Bravo, abogada de la Universidad Sergio Arboleda con enfásis en derecho privado y consultora jurídica en García, Gómez & Estupiñán Abogados
En el mundo corporativo, hablar de activos suele remitir de inmediato a cifras, inventarios, balances y propiedades tangibles. Sin embargo, en la práctica, muchas de las compañías más sólidas del mercado deben su posicionamiento (e incluso su valorización) a factores que no son fácilmente registrados en la contabilidad tradicional: su reputación, su marca, su software, su metodología, su capacidad de crear contenido o desarrollar soluciones distintas a las de la competencia. Todo eso es lo que el derecho denomina activos intangibles, y aunque no se vean, son los que realmente inclinan la balanza en un proceso de inversión, negociación o adquisición. Lo grave es que muchas empresas no solo no los protegen, sino que ni siquiera tienen plena consciencia de que son vulnerables jurídicamente.
La propiedad intelectual suele entenderse como un asunto de autores, marcas o patentes, y eso hace que empresarios y gerentes dejen pasar oportunidades para blindar su verdadero diferencial. A lo largo del ejercicio profesional, es común encontrarse con empresas que han construido un modelo de negocio alrededor de una marca que no está registrada, que tercerizan el desarrollo de software sin exigir cesión de derechos, que tienen presencia activa en redes sociales sin definir a quién pertenecen los contenidos, o que manejan bases de datos sin protocolos mínimos de confidencialidad. Todo esto puede parecer menor mientras las cosas marchan bien, pero basta una solicitud de inversión o una auditoría legal para que esos vacíos salten a la vista, detengan procesos clave o reduzcan el valor percibido del negocio. Lo que no está protegido, no puede exigirse, y lo que no se puede exigir, difícilmente se valora en una negociación.
Este tipo de riesgos no se eliminan con fórmulas mágicas ni con soluciones genéricas. Cada empresa debe preguntarse, con honestidad, cuál es su activo principal y qué tan blindado está. Si el valor de su operación radica en un software, ¿está debidamente registrado y cedido? Si su diferencial es la marca, ¿la tiene registrada a nombre de la persona jurídica? Si basa su estrategia en contenidos o metodologías internas, ¿existen cláusulas de propiedad intelectual en los contratos de sus trabajadores o proveedores? Si parte de su ventaja competitiva está en el conocimiento acumulado del equipo, ¿cuenta con acuerdos de confidencialidad o protocolos internos que lo protejan? La respuesta a estas preguntas define qué tan protegida está una empresa frente a disputas futuras, pero también qué tan atractiva es frente a terceros.
Blindar lo intangible no significa burocratizar la operación ni llenar de papeles la gestión empresarial. Significa tomar decisiones informadas, prevenir conflictos y aumentar el valor percibido de la empresa. En Colombia existen mecanismos sencillos y eficaces para registrar marcas, software, obras protegidas por derecho de autor, y para incorporar cláusulas estratégicas en contratos que, aunque no se vean, construyen valor a largo plazo. Proteger lo que no se ve, en el fondo, es proteger lo que más pesa. Y eso, en el mundo corporativo, puede marcar la diferencia entre crecer o quedarse estancado.
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