
El deber tributario en la reforma ¿juego de niños o silencio turbio en un juego de niños?
El deber tributario en la reforma ¿juego de niños o silencio turbio en un juego de niños?
Para nadie es un secreto, que el discurso sobre el cual se ganó la actual Presidencia se cimentó en la reivindicación de derechos y la reforma tributaria que se está discutiendo se presentó como un proyecto de ley para la “igualdad y justicia social”, y mientras pensaba en escribir una breve opinión sobre las proposiciones presentadas en el Congreso y que a la fecha se acerca a las 900 páginas, encuentro más importante opinar objetivamente sobre lo que no se dice y que sí se debe decir.
El discurso de los derechos, en el primer día de la Presidencia giró en torno al deber de tributar para garantizar la protección de esos derechos que tanto se desean reclamar, principalmente del que más lo necesita. Dicho esto, más allá de los números, la estadística, la inflación, la calificación de la inversión, el déficit, la deuda y por supuesto el incremento de tarifas, limitaciones en la determinación de bases gravables y el impuesto al patrimonio, que es lo que más está generando incertidumbre en la ciudadanía, entre otras razones, a las que por espacio no me referiré, esta discusión de la reforma parece un juego de niños teñida de un silencio turbio.
Es usual escuchar en la cotidianidad, especialmente en los adultos la utilización de la expresión ¡eso es un juego de niños!, y es utilizada frecuentemente para significar aquello que es fácil de hacer ya que no representa mayores desafíos, lo que no se dice es que en ese juego de niños también suele presentarse un silencio turbio como manto de protección tanto en el juego como en el silencio.
En cuanto al silencio turbio, me refiero a lo que no se dice ante una circunstancia confusa, dudosa, oscura o azarosa, y que, en los juegos de niños, puede darse por el miedo a represalias de los mayores, padres, profesores o incluso entre los mismos niños, que pueden ser expuestos al matoneo.
Dicho esto, el deber tributario plasmado en nuestra Constitución Política no es un juego de niños, y sí representa un desafío en el cual no se puede guardar silencio sobre lo verdaderamente importante, es por eso que aunque la reforma debe estudiarse con el rigor técnico necesario, así como focalizarse en la causa de la erosión en la determinación de bases gravables, antes que aumentarlas o limitarlas, facilitar el cumplimiento voluntario de obligaciones de quienes están acostumbrados a evadir, garantizar la neutralidad negocial en la tributación de dividendos, y considerarse la experiencia exitosa de otros países, dar importancia a la educación, fortalecer la agricultura, apoyar al emprendimiento, atraer el turismo y la inversión.
Miles Davis, uno de los músicos más influyentes en la historia del Jazz decía que “el silencio es el ruido más fuerte, quizá el más fuerte de los ruidos.”, guardar silencio es algo más que no hablar, y en este proyecto de ley como en todas las anteriores reformas, se concentra en aumentar impuestos, incrementar tarifas para aumentar recaudo, no endeudarnos más, siendo siempre el eje central de la discusión, dejando a un lado lo que debería decirse con sensatez cuando debe decirse, siendo esta la razón por la que nunca se ha realizado un verdadero cambio estructural.
El silencio turbio, con el tiempo se convierte en preguntas sin respuestas, dejando todo al azar y esta reforma es coyuntural, reactiva como todas las anteriores, y este proyecto de ley no puede seguir siendo un juego de niños ni puede seguir fundada en el silencio, ¿Cómo puede presentarse un proyecto de reforma tributaria con el título de igualdad y justicia social, si lo primero que hace es quitarle el empleo a los que lo necesitan? y, ¿Cómo se pueden reivindicar derechos, sí lo primero con lo que se atenta es contra el derecho mismo a las empresas a generar empleo, contribuyendo al desarrollo económico?
P.D. Mostrar estadísticas para justificar una reforma en las condiciones actuales, aumentando la tributación, es apagar el incendio con gasolina, que, por cierto, ¡ya subió!
Oscar Rueda
Abogado tributarista -Docente Universitario -Magister en comercio internacional y Derecho Administrativo, consultor y litigante en Derecho Tributario, Conferencista en asuntos tributarios.
https://oruedagomezabogado.com/
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