
Cooperativas de vivienda o cohousing: ¿una figura viable en Colombia?
Cooperativas de vivienda o cohousing: ¿una figura viable en Colombia?
Por: Lidya Mabel Castillo Sanabria
Abogada de la Universidad de la Sabana
MBA - EUDE (Madrid), Master en Abogacia Internacional - ISDE (Barcelona)
Abogada especializada en temas de vivienda, inmobiliarios y bancarios
La economía colaborativa es una nueva tendencia, que día a día gana más adeptos y que hace que los bienes y servicios se optimicen. Así, se aprovechan eficientemente muebles e inmuebles subutilizados. Incluso los servicios pueden ser considerados bienes de intercambio.
Algunos desarrollos de la economía cooperativista nacen de simples reflexiones de vida como son por qué no llevar a otras personas en el carro cuando me desplazo del trabajo a la casa y además cobrar por dicho uso; estando en vacaciones, y la vivienda queda desocupada por qué no rentarla por unos días; teniendo ingresos para pagar costos asociados a estos bienes.
El cooperativismo, al final termina abarcando a la finca raíz, particularmente con los espacios colaborativos de oficinas o coworking y con la vivienda colaborativa o cohousing. Es dentro de este marco donde aparece la vivienda colaborativa, como un nuevo modelo social y económico.
El cooperativismo en temas de vivienda ya es una experiencia antigua en países como Dinamarca en los años 60, Canadá -Quebec- en los 70, y con Uruguay como ejemplo en Latinoamérica. En su concepto primario, tiene por objeto brindar vivienda a precios asequibles a sus asociados, a quienes se les otorga la propiedad del inmueble, la cooperativa normalmente una vez culminado el proyecto se liquida y deja de existir.
Lo ideal es, generar proyectos de vida fundamentados en principios como la solidaridad, vecindad, ayuda mutua, autogestión y propiedad colectiva. Los objetivos generales que se quieren alcanzar con el apoyo a este modelo son los siguientes:
 Garantizar el acceso a una vivienda digna y asequible.
 Mantener la titularidad pública del suelo, que se ofrece en derecho de superficie.
 Impedir la especulación con la vivienda.
 Garantizar la estabilidad en el tiempo de los usuarios.
 Fomentar la gestión comunitaria de los inmuebles.
Pues bien, teniendo en cuenta que actualmente el precio de la tierra y de las edificaciones nuevas es cada día más costoso, que las viviendas son antiguas o de área grandes, que se tienen espacios que no se usan con mucha frecuencia; para no tener que pagar por este espacio, cuando se adquiere o toma en alquiler, el sector inmobiliario ya ha empezado a generar nuevas soluciones con arquitectura apropiada.
El modelo consiste en la cesión, por parte de las alcaldías locales o municipales, o de un propietario privado, de un terreno en desuso en el que la cooperativa pueda construir. Los socios depositan una cuota inicial, a modo de anticipo, y continúan pagando de manera mensual una cuota baja por el uso de su vivienda.
Los proyectos deben prever criterios ambientales estrictos, una cantidad significativa de espacios que promuevan la vida en comunidad, el uso compartido de infraestructuras básicas y la corresponsabilidad de los usuarios en la gestión.
Los espacios privados son mucho más pequeños, complementados con zonas comunes especializadas y generosas espacialmente, que suplen sus necesidades. Cada día con más servicios que antes hacían parte del área privada de la vivienda, tales como lavandería, cocinas comunales, espacios para trabajar, terrazas, salones audiovisuales, cafeterías, entre otros. Hacen que este modelo de vivienda sea mucho más atractivo, pues con una vivienda de menor tamaño y más económico, se tienen todas las facilidades necesarias para vivir con mayor comodidad con el uso compartido de zonas y servicios comunes.
La vivienda colaborativa es interesante por la generación de sentido de comunidad y pertenencia sobre los espacios comunales que pasan a ser cohabitados. Ya no son simples espacios funcionales, sino que se convierten en lugares de encuentro con los vecinos. Actividades básicas como cocinar o comer, ver películas, trabajar, estudiar o simplemente dejar pasar el tiempo; cambian de percepción en estos lugares ofrecidos en el nuevo modelo.
En Colombia, existen varios proyectos inmobiliarios que están ofreciendo estos modelos de cohousing. Esta tendencia en el futuro, poco a poco dejará de estar segmentado para adultos mayores o estudiantes y será atractivo para todo tipo de vivienda. El cohousing es entonces, una buena experiencia que crea lugares de vida comunitaria y contribuye a la eficiencia económica.
Sarachay, es un ejemplo vigente de cohousing en Colombia, está ubicado en Potrerito-Jamundí con acceso a través de vía pavimentada y limitados por el Río Claro, está conformado por 56 familias que son beneficiadas y están creando vecindad y conciencia ambiental desde antes de construir sus soluciones habitacionales.
El cohousing ha tenido una gran acogida entre los adultos jubilados, con cada vez mayor esperanza de vida, que no quieren envejecer solos y se niegan a vivir aislados en residencias de ancianos que, además, suelen ser muy costosas. La idea detrás de estas auténticas cooperativas de la tercera edad –a las que se ha bautizado como Senior cohousing– es compartir momentos y experiencias con otras personas cercanas, que se encuentran en la misma situación, cuidarse entre todos y atender las necesidades individuales. Así, hasta el final de los días.
Los millennials, con sus propias problemáticas y necesidades, también han visto en el ‘cohousing’ una opción rentable y asequible para lograr independizarse del hogar familiar. El aumento de los hogares unipersonales en Colombia (19 por ciento en 2019, según el Dane) contrasta con una nueva tendencia mundial que aboga por la convivencia colaborativa y que lleva años incursionando con fuerza en Europa.
El país cuenta a hoy, con 181 cooperativas con cerca de tres millones de asociados, de los cuales más del 70 por ciento, si no todos, cumplen con los requisitos de ley para tomar en pocos días esos 60.000 subsidios que quedan, pero a los que inexplicablemente no pueden acceder porque existen limitaciones legales que las inhabilitan.
Para 2019 se tuvo cuenta de la existencia de 20.000 subsidios para financiar el 2,5 por ciento de la tasa de interés para la compra de vivienda de clase media. Hasta ahora, no sé cómo interpretar ese anuncio. Si fue un llamado de atención por falta de demanda, o simplemente un comentario alusivo a que de los 91.000 subsidios de Mi Casa Ya, solo se han entregado 31.000.
En este contexto, se debería tener en cuenta que el sector cooperativo de ahorro y crédito está en capacidad de ofrecer su concurso para contribuir a la reactivación del sector de vivienda, con estos modelos de vivienda, que al final son uno de los motores de desarrollo del país, y le ayuda a sus asociados a reducir los costos de los servicios, optimizar los espacios y abaratar la compra de productos y alimentos que son para el consumo comunitario.
Comentarios
Luisa March 27th, 2022
Gracias por este artículo. Me gustaría contactar a Mabel Castillo