Por: Luisa Porras

Con el pasar de los años se hace más constante y reiterativo que los adolescentes y niños tengan menos idea de la historia, de las corrientes filosóficas, de las teorías matemáticas básicas y del porqué de acudir al colegio cada día. Forjar un futuro o más bien una mejor sociedad se ha convertido en una lejana realidad. No se trata de que exista una responsabilidad por parte de alguno de los agentes que intervienen en la formación: maestros, padres, Estado. El tema ya no es encontrar un responsable, o jugar al juego de la pelota como se ha hecho desde hace un buen tiempo.

Al pretender dar una breve idea de en lo que se ha convertido la educación en Colombia, llega como un relámpago el recuerdo de una estudiante en el 2014 de un colegio distrital en la ciudad de Bogotá llamado “Gabriel García Márquez” como un homenaje al destacado y mundialmente conocido escritor; único premio Nobel de literatura del país. Su respuesta logró la conmoción de la hipócrita sociedad colombiana: ¿quién fue García Márquez?, “no sé” respondió la asustada y tímida niña ante el medio de comunicación entrevistador. Para muchos de quienes recuerden la noticia y de quienes se consideren fervientes conocedores y lectores de su obra; esto puede sonar a un absurdo a un reproche social ante la ignorancia de aquella estudiante. Pero nos hemos preguntado realmente con detenimiento y conciencia ¿la culpa es de la estudiante? ¿Culpa de sus padres? ¿De los profesores de español? o simplemente ¿del sistema de educación? Son varios los interrogantes que surgen y una única respuesta: ninguna de las anteriores, es inútil pretender achacar la responsabilidad a la falta de lectura y conciencia escolar en el país a uno solo de los mencionados, puesto que todo funciona como una enorme orquesta musical; si bien un solo instrumento produce un eco, los demás aportan sonido e integración.

El paro de maestros que tiene más de mil razones en fundamentarse; el bajo rendimiento académico, el vergonzoso lugar ocupado por Colombia en los conteos de países educados del mundo, la desigualdad social, la falta de inversión estatal en aquello que más favorece a una sociedad “la educación” es un claro reflejo a la total falta de unidad que se ha propagado a lo largo de la historia colombiana. Al mirar atrás; no hay más que un largo recuento de guerras absurdas y conflictos de intereses propios de la sed de poder.  Desde la colonización española el legado no ha sido el de mayor educación, o el de mayor sentido de pertenencia por el medio ambiente, por la concientización de la honestidad, de la verdad o del cooperativismo y ayuda mutua; la corrupción sin duda hace parte de nuestra cultura política y social, este arraigado mal desangra hasta el más próspero de los estados, sin contar con la falta de información y el individualismo.

Mucho se habla de la cultura social y de la educación, pero realmente ¿cómo afronta el Estado colombiano el comportamiento desleal y corrupto de sus dirigentes y habitantes? cuando se trata de un tema casi que cultural para infortunio de los colombianos. La corrupción parece ser la raíz de todos los males que agobian esta maltrecha sociedad, sin intentar justificar a los jóvenes que cada día son en mayor proporción menos educados y más desinformados, a consecuencia del mal uso de las herramientas informáticas y de comunicación. Es importante resaltar que los culpables somos todos, que en conjunto nos hemos encargado de mantenernos subdesarrollados, eligiendo mal a nuestros dirigentes ejerciendo de una forma errónea nuestro derecho al voto. En tanto no exista una cultura de lo que consiste crear país y ser honestos hasta en el más mínimo de nuestros comportamientos, la culpa, o más bien la responsabilidad, continuará siendo de todos.

Esperemos un pronto acuerdo entre los maestros y el Estado, dado caso que como siempre los mayores perjudicados continuarán siendo los niños, niñas y adolescentes que en este momento, se encuentran sin recibir las clases propias del periodo escolar y en condiciones de planta física denigrantes y abarrotadas; si por solo un momento se deja de pensar el en “yo” como único enfoque personal, puede por qué no decirlo generarse un cambio. 

 

Luisa Porras

Abogada
Especialización Derecho Privado.
Twitter:
@luisafporras

 


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