Constructores: el compromiso a partir de ahora es repensar la ciudad

Opinión

Constructores: el compromiso a partir de ahora es repensar la ciudad

 

                 Constructores: el compromiso a partir de ahora es repensar la ciudad

 

 

Por: Lidya Mabel Castillo Sanabria
Abogada de la Universidad de la Sabana
MBA - EUDE (Madrid), Master en Abogacía Internacional - ISDE (Barcelona)
Abogada especializada en temas de vivienda, inmobiliarios y bancarios

 

 

Es un gran privilegio poder abordar una obra clásica de la Antropología Urbana, como es “Muerte y vida de las grandes ciudades”, escrita por Jane Jacobs, quien no tenía ningún título académico, sino que se graduó en “resistencia cívica” en su ciudad de adopción, Nueva York. Genero este artículo, porque considero que los constructores a partir de este momento deben repensar la ciudad desde las necesidades de la gente, hasta los usos propios de los espacios públicos, y todo esto como consecuencia de los que hemos venido viviendo con el Covid-19. La autora, Jane Jacobs, era alguien que amaba y comprendía la ciudad como pocos en su época. Jacobs quien en su añoranza, ataca fuertemente, las teorías más usuales de la urbanización y de la reconstrucción de las ciudades, crítica los principios y los objetivos que se presentan en la planeación y en la remodelación de las ciudades en la actualidad,- murió en 2006-.

 

Aborda temas como la importancia de la seguridad en las calles, los componentes que caracterizan un espacio público como exitoso, la regeneración de los barrios, la cotidianidad y la vida de barrio en general,  la distribución de las ciudades, la importancia de una inversión pública eficaz para solucionar los problemas de la ciudad y por último, significa como los barrios de clase media baja no cumplen los objetivos planteados – vitalidad y dinamismo-, que por el contrario, estos barrios se han convertido en focos de vandalismo, delincuencia y desesperanza social, y como un ejemplo de eso tenemos las ciudades americanas que se han convertido en sinónimo de caos, desorden y vulgaridad, hecho que demuestra que las propuestas de planificación y reordenación de territorio no logran satisfacer su cometido.

 

Para este breve escrito, me quedare analizando el primer capítulo, por cuanto aquí podemos comprender mejor, su forma de pensar y sus nostalgias por la ciudad ideal. Realiza en este capítulo, un análisis sobre las ideas y los personajes más influyentes que han contribuido a conformar las bases de la urbanización, así como la proyección y el diseño arquitectónico de las ciudades, como son, Ebenezer Howard, quien analizó las condiciones de vida de los pobres en el siglo XIX en Londres y desarrolló un nuevo tipo de ciudad “La ciudad jardín”, el caso de “la ciudad vertical” o “ciudad radiante” de Le Corbusier, de la cual destaca su alta densidad urbana, donde lo verdaderamente importante era la utopía social planteada en este proyecto, argumentando que para Le Corbusier la máxima libertad individual provenía del ejercicio de un tipo de responsabilidad común para todos. Jacobs afirma que la ciudad radiante de Le Corbusier tiene sus bases en el esquema primario de la ciudad jardín de Howard, complementado por una clara organización, en donde cada cosa estaba en su sitio y la ciudad podía contemplarse con facilidad.

 

Pero para mí, lo que es importante de resaltar de este primer capítulo, es la  reflexión sobre temas como: el uso de las aceras, en donde estudia y analiza aspectos relevantes como la seguridad, la comunicación y el contacto, la relación de los niños con los espacios públicos, y de la misma manera, habla sobre el aprovechamiento de los parques vecinales y los usos de las barriadas. Jacobs definía sobre la acera, que es una abstracción que sólo tiene sentido cuando está relacionada con los edificios, los equipamientos y los servicios que tiene a su alrededor. Las calles y las aceras son los principales lugares públicos de una ciudad y las define como sus órganos más importantes, argumentando que las calles poseen muchas más funciones que la de soportar el tráfico rodado.

 

La acera ideal mediría alrededor de 10 metros, dando espacio suficiente para árboles con sombra, la circulación de peatones y para que los niños puedan jugar. Dicho esto, dice que aunque falte la anchura suficiente, una acera puede ser un espacio atractivo para los niños, para reunirse si la ubicación es adecuada y si las calles son interesantes. Además, es donde la vida social se genera, reuniendo en ella, una serie de personas conocidas y desconocidas, que quizás no se conozcan entre sí, pero que las convierte a cada una de ellas como elementos esenciales de la ciudad y de su vida. Las manifestaciones de confianza, nacen a partir de las múltiples interrelaciones que se generan a través de los ligeros contactos que se producen en las calles, éste tipo de contactos se realizan espontáneamente, dando como resultado la creación de un sentido de identidad, una red, un tejido de respeto mutuo y sobre todo una confianza que garantiza la asistencia necesaria en el caso de que la vecindad o un vecino lo necesite. Los comerciantes son las primeras personas que nos ayudan a generar ese tejido y esa famosa identidad, ellos son quienes con sus mesas en las terrazas consolidan los lazos y el sentido de pertenencia que se tiene sobre las aceras, sobre ese espacio público, que puede también ser peatonal o mixto.

 

Las personas que más usan las calles y de mejor forma las aceras son los niños que desarrollan una relación más intensa con su barrio, les permite hacer un uso más intensivo de las mismas, les permite reconocer y apropiarse de su entorno hasta el punto de conocer cuáles son los lugares a los que pueden acceder y cuáles no. Quienes nacimos en el siglo pasado, pudimos experimentar un poco de esto, una ciudad para las personas, con espacios para el ocio y la recreación.

 

Para Jacobs, “una calle muy frecuentada es una calle segura; una calle poco concurrida es probablemente una calle insegura”. La autora plantea tres condiciones para mantener la seguridad en las calles. Primero, la necesidad de diferenciar los espacios públicos de los privados, segundo lugar, menciona la necesidad de tener siempre ojos que miren hacia la calle, refiriéndose a los vecinos del barrio a los cuales cataloga como propietarios naturales de las calles. Para Jacobs, el hecho de que estas personas estén constantemente observando las calles procura un sentimiento de seguridad, tanto para los vecinos como para los extraños, por último, la tercera condición habla sobre la necesidad de añadir más ojos de los que normalmente miran las calles, induciendo a los habitantes a observar constantemente y suficientemente las calles de su barrio.

 

Los parques vecinales, son otro de los epicentros de los habitantes de un barrio, su éxito depende exclusivamente del uso y la apropiación que manifiesten sus usuarios, negando la premisa de algunos planificadores urbanos que hablan sobre la incidencia de la ubicación de los parques en zonas residenciales como garantía de uso. Se afirma que para garantizar el éxito de estos parques, es necesario realizar un análisis exhaustivo de todo lo que los rodea (edificios, viviendas, bares, tiendas, museos, grandes avenidas), debido a que la diversidad funcional de estas actividades o usos producen y determinan la presencia de una mayor diversidad y cantidad de usuarios. Así las cosas, los parques no deben actuar como barreras o pausas en la vida que se desarrolla a su alrededor, por el contrario deben garantizar una mayor coherencia de las diversas funciones y actividades que allí se realizan, convirtiéndose en una plataforma de conjunción.

 

Una de las paradojas que señala, es que las ciudades americanas se encuentran llenas de una gran cantidad de parques que apenas se justifican. Estos parques se encuentran mal dotados en cuestión de localización, tamaño y forma. Un parque exitoso debe contar con excelentes vistas panorámicas y debe prestar una variedad de actividades a sus usuarios. Los parques deberían contar con servicios como la pesca, campos de deportes, carnavales, ferias. Asegurando además que la música sea un componente que debería estar presente en todos los parques, ya que es un elemento cultural que hace parte de la misión histórica de la ciudad.

 

Jacobs afirma que el deseo que tienen los habitantes de permanecer en el barrio y de rehabilitar sus viviendas está relacionado con el estado físico del mismo, así como con un sentimiento de apego derivado de la cantidad de años que tienen viviendo allí o por nexos más sentimentales.

 

El confinamiento nos brindó la oportunidad de redescubrir el barrio en el que vivimos y la importancia de sus tiendas y aceras, su uso íntimo, tal y como preconizaba la gran urbanista americana Jane Jacobs en una obra emblemática para la defensa del urbanismo humanista:

 

Bajo el aparente desorden de la ciudad vieja, en los sitios en que la ciudad vieja funciona bien, hay un orden maravilloso que mantiene la seguridad en la calle y la libertad de la ciudad. Es un orden complejo. Su esencia es un uso íntimo de las aceras acompañado de una sucesión de miradas”.

 

Lo primero que hicimos en cuanto nos dieron la oportunidad de salir del confinamiento, fue salir a caminar y pasear por nuestras aceras, por los lugares más importantes que recorrer, nos dimos cuenta que era lo mismo que suponemos sintió Jane Jacobs, una añoranza, una nostalgia y por eso la vimos con nuevos ojos, con ese gusto y necesidad de poderla andar o correr.

 

Antes de morir Jane Jacobs, luchó para que se implantara un urbanismo humanista, defendiendo el diseño y la construcción de los barrios en las ciudades que obedeciera siempre a leyes sociales de convivencia y relación entre personas obligatoriamente obligadas a vivir en común y ser miembros de una entidad que ha cambiado el nombre identificador obligado por el nuevo lenguaje de género: la ciudadanía responsable, que es de lo que trata hoy en la primera salida ordenada a sus queridas aceras, su uso íntimo, permitiendo solo, por la distancia social impuesta por prevención, un cruce de miradas incluso en silencio.

 


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Comentarios


J. Ernann Galindo C. June 18th, 2020

Interesante reflexión. Es indiscutible el impacto negativo que ha generado el vehículo, el conjunto cerrado y el centro comercial a la relación: Individuo/Colectividad/Ciudad, en tanto que devienen en fraccionamiento, negación y exclusión del espacio público como la estructura que comporta las relaciones entre el ser humano y sus contextos (sociales, culturales, económicos, físicos, geográficos, ambientales e incluso individuales). Repensar la ciudad es una tarea interdisciplinaria y muy pendiente que debe involucrar en primera medida la voluntad política en términos de interpretarla como un todo y no en función de intereses particulares. Gracias Lidya Mabel por generar espacios de reflexión. ¡Abrazos!

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