El miedo es lo m

Por: Jaime Andrés Nieto Criado

El miedo es lo m

A propósito de los procesos políticos y jurídicos que enfrenta nuestra república, he escuchado tanto en las peleas más burdas como en los debates más sosegados, afirmaciones y consignas que han calado en lo más profundo de mi alma y me han helado los huesos. Seguramente el lector también las ha escuchado en radio, televisión, a un compañero de trabajo, a un amigo o incluso a un familiar. Estas afirmaciones se acercan más a epítetos de la trágica muerte política de una Nación y es por ello que causan tanto estupor: “De ganar Petro, seremos como Venezuela”; “Ahora que los exguerrilleros pueden hacer política, el socialismo del siglo XXI tiene las puertas abiertas en Colombia”; “El modelo económico de Petro implica una afrenta a la propiedad privada, seremos expropiados”.  Estas aseveraciones, que seguramente usted ha oído de una u otra manera, son claramente debatibles en un plano jurídico, político y económico. En un marco de debate electoral, vale la pena discutir la veracidad de las mismas. 

La aversión hacia el modelo económico y político propuesto por la revolución bolivariana es completamente entendible; el desagrado hacia Petro también (especialmente para aquellos que sufrimos su administración distrital). No es un secreto para nadie el fracaso de aquel modelo y los enormes costos económicos, políticos y humanos que causó un gobierno en el que la ignorancia y la soberbia llevaron la batuta. El mal causado por la revolución bolivariana al pueblo de Venezuela aún será observable años después del fin de dicho régimen. No obstante, el miedo a convertirnos en la Venezuela actual es sumamente peligroso. Por esta razón, quiero poner de presente algunas razones por las que no es posible que Colombia llegue a ser como nuestra república hermana, así el próximo gobierno sea de ideología de izquierda, o centro izquierda: al César lo que es del César.

La primera razón, es histórica y política. El pueblo de Colombia en ningún momento de su historia ha sentido una verdadera o definitiva atracción o inclinación por el populismo, mucho menos por el comunismo, o el socialismo. Jamás hemos tenido un gobierno nacional de izquierda, por más liberales que hubiéramos querido ser ¿Cuál ha sido nuestro Salvador Allende o Perón? Yo no lo recuerdo. En contraposición, el Chavismo llegó al poder, y se mantuvo en el mismo bajo la protección y apoyo popular, algo que, nuevamente, tampoco se encuentra en Colombia, en donde el pueblo en realidad guarda un gran resentimiento hacia las ideas de izquierda radical. La revolución bolivariana mantuvo unos índices de aceptación popular que le brindaron legitimidad y fortaleza al gobierno de Chávez y al gobierno de Maduro. El apoyo popular al modelo bolivariano (o uno siquiera parecido) no se encuentra en las mayorías del pueblo colombiano.   

La segunda razón es económica-institucional. En el peor escenario posible (en mi opinión personal), si Petro ganara las elecciones presidenciales, se encuentra con una barrera enorme que le impediría cualquier cambio radical en el modelo económico colombiano, esto es, la constitución económica. Los candidatos presidenciales no proponen nuevos modelos económicos, puesto que el modelo económico del país lo establece la Carta Política, no el gobierno. El modelo económico colombiano es un modelo de Estado, no de gobierno. Dejemos claro desde ya que el modelo económico de Colombia no va a cambiar. Lo que sí pueden hacer los candidatos es hacer propuestas de desarrollo económico que estando dentro del mismo modelo, se muevan o más a la izquierda o más a la derecha, pero permaneciendo siempre dentro de aquel.

Recuerde querido lector que uno de los puntos no negociables dentro del acuerdo de paz con las FARC era el modelo económico de Colombia. Ese punto era inamovible no porque Juan Manuel Santos y Humberto de la Calle quisieran proteger al pueblo colombiano del fantasma comunista. La razón era más sencilla: la Constitución no lo permitía. El modelo económico de Colombia, denominado “economía social de mercado”, es un elemento esencial de nuestra Constitución Política, es decir, nos identifica, es indisociable con nuestra naturaleza como sociedad y por tanto, no puede ser modificado por ningún Presidente. Ni aunque el mismo Maduro fuera nuestro Presidente (¡Dios nos ampare!), sería posible cambiar nuestro modelo económico por decreto presidencial. Entonces ¡calma, calma! ¡que no cunda el pánico!

Seguramente usted podrá preguntarse qué sucederá si el plan de Petro es convocar una asamblea constituyente que derogue el sacrosanto derecho a la propiedad privada consagrado en el artículo 58 de la Constitución y sustituya nuestra constitución económica por un modelo de izquierda radical. Nuevamente, creo que el temor a convertirnos en un estado castrochavista es insostenible. Mis argumentos son fácilmente comprobables. En primer lugar, porque la Asamblea Nacional Constituyente no la convoca el Presidente, es convocada mediante Ley, o por el pueblo directamente (artículo 376). En segundo lugar, porque como pudimos observar en las recientes elecciones a Congreso, ambas cámaras se alejan mayoritariamente de la izquierda, por lo que creo que es muy improbable que en caso de ganar Petro, el legislador acceda a convocar una Asamblea Constituyente. Y aunque en gracia de discusión se supusiera dicho escenario, volvemos al mismo problema explicado anteriormente: no es posible sustituir la Constitución a través de los poderes constituidos. El único que tiene poder para sustituir la Constitución es el poder constituyente, esto es, el soberano, el pueblo de Colombia.

Finalmente, aunque en nuestro sistema presidencial (presidencialista, mejor) el Presidente tiene enormes poderes, pues es jefe de estado, jefe de gobierno y suprema autoridad administrativa, no menos cierto es que en materia económica la Constitución de 1991 quiso evitar sabiamente que las instituciones económicas fueran la billetera del gobierno. Es por eso que el Banco de la República, la institución económica de Colombia más importante, goza de una independencia frente al gobierno en el manejo de la política monetaria y cambiaria. Esto nos diferencia sustancialmente del régimen bolivariano, en el que es palpable la obsecuencia del banco central a las directrices del oficialismo.

Aunque existen decenas de razones por las cuales no es posible que Colombia termine como Venezuela, creo que estas tres son las más determinantes. El miedo es un factor muy peligroso, pero muy útil en época electoral. Señor lector, no vote con miedo, que aquellos que dicen que vamos a terminar como Venezuela, lo dicen basados en falta de información o ignorancia, o lo que es peor, por pura soberbia.

 

 Jaime Andrés Nieto Criado

Abogado e internacionalista de la Universidad del Rosario.
candidato a Magíster en Derecho Privado y Especialista en Derecho Contractual.
Miembro fundador del Centro de Estudios Integrales en Derecho.
Asociado de la Firma Argos Consultores Jurídicos.

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