Tras la huella de los elefantes blancos arquitectónicos.

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Tras la huella de los elefantes blancos arquitectónicos.

Tras la huella de los elefantes blancos arquitectónicos.

¿Cuál es el futuro de estos espacios sin uso en Colombia?

 

LIDYA MABEL CASTILLO SANABRIA Abogada de la Universidad de la Sabana (Colombia), Antropóloga Urbana de la URV (España), Abogada Internacional del ISDE (España). Especialista en Estudio de Títulos Inmobiliarios, legalización de garantías hipotecarias, consultor legal externo para entidades bancarias, financieras, constructores e inmobiliarias. 

Se denomina ‘elefante blanco’, en arquitectura, a una construcción exagerada a la que su coste, mantenimiento o dificultad de uso - o todos estos factores a la vez- la convierten en inútil y, con el tiempo, pasa a convertirse en un cadáver inmobiliario.

Su origen viene de que antiguamente los reyes de Tailandia, cuando no estaban satisfechos con un súbdito, le regalaban un elefante blanco. El súbdito debía darle comida especial y permitir el acceso a aquellos que quisieran venerarlo, lo cual tenía un coste que muchas veces arruinaba al súbdito.

Estas construcciones hechas de cemento, acero y cristal están repartidas por todo el planeta y Colombia no se queda atrás. Sin embargo, NO existe un registro único oficial de Obras Inconclusas en el país. Aún no se tiene certeza de cuántos “elefantes blancos” hay en municipios y departamentos, y mucho menos cuántos recursos ha sido malgastados.

Por ello se propuso la elaboración del Registro Nacional de las Obras Civiles Inconclusas, y una vez que se termine de recopilar la información para generar este registro, las entidades responsables de ellas, tendrían dos años para iniciar su intervención una vez se emita el acto administrativo.

Para que funcione a largo plazo, es importante resaltar que el registro deberá ser actualizado anualmente. Este sería administrado por las oficinas de Planeación de cada entidad estatal, o por quien haga sus veces.

Desde la Contraloría General de la República, se ha visto positivamente el Proyecto de ley propuesto por Ángela Sánchez, congresista en Colombia, quien, a hoy, señala que pueden existir cerca de 1.300 obras inservibles, inconclusas o problemáticas se han invertido $20 billones, encontradas en el sector vivienda y construcción, con las que ya han iniciado un proceso de seguimiento por estar quietas indefinidamente.

La Contraloría advirtió que estos retrasos tienen un impacto negativo para las comunidades, por lo que llamó a la ciudadanía a participar activamente con sus denuncias para seguir identificando más de estos elefantes blancos en el territorio nacional a través de la aplicación ControlApp, disponible en tiendas virtuales y en la página web de la entidad.

Estos desarrollos tecnológicos le ayudan a la Contraloría en el recaudo de información y se apoyan en la georreferenciación y ubicación de cada una de estas infraestructuras. “Esta información se ha dispuesto para la consulta de la ciudadanía a través de nuestra ControlAPP, en la cual no sólo los ciudadanos podrán saber en dónde están los elefantes blancos, obras inconclusas y proyectos críticos, sino que también podrán reportar más de estas obras e incluso adjuntar fotos o videos que muestren el estado actual de las mismas”, resaltó el contralor delegado para la Participación Ciudadana.

Finalmente, la Contraloría resaltó que el diagnóstico de identificación de elefantes blancos, obras inconclusas y proyectos críticos fue el insumo principal para el nacimiento de la Ley 2020 de 2020, por medio de la cual se crea el Registro Nacional de Obras Civiles Inconclusas de Colombia, que iniciará su implementación a través del registro que realizarán las entidades estatales del orden nacional, departamental, municipal, distrital y demás órdenes institucionales, a través del Sistema de Rendición Electrónica de la Cuenta e Informes (SIRECI) que estará coordinada por la Dirección de Información, Análisis y Reacción Inmediata (DIARI) de la entidad.

La mayoría de estas obras son del sector de agua potable y saneamiento básico (18,36 por ciento), cifra preocupante si se tiene en cuenta que el país tiene departamentos como Guainía, Chocó, Vaupés, San Andrés, Amazonas o La Guajira, en donde la cobertura de agua potable está apenas entre el 21 y el 46 por ciento.

Tan solo en Bogotá, tenemos estos ejemplos

Comando de la Policía Metropolitana de Bogotá, Parque Tayku, Magdalena, Santa Marta, Estadio La Pastusidad Tercer Milenio, Nariño, Pasto, Avenida del Río, Atlántico, Barranquilla, Patinódromo Roberto García Peña, Santander, Bucaramanga.

Otros reportes en Bogotá

Hotel Centro de Alto Rendimiento Deportivo Bogotá, Hospital Rafael Uribe Uribe ESE, Casa de Justicia San Cristóbal Sur, Interceptor Tunjuelo-Canoas, Parque Bicentenario, Ampliación Calle 45 entre carreras 7 y 13, IED Simón Bolívar Teatrino, Salón Comunal Santa Cecilia, Casa de Justicia de Ciudad Bolívar.

Pero la pregunta del millón es, una vez detectadas ¿estas estructuras se pueden aprovechar?

En algunos casos, si, en otros es un rotundo NO, todo depende del tiempo en de uso y de los materiales utilizados.  Estos espacios – el terreno – en el peor de los casos, podría ser para generar buenos proyectos para recuperando zonas para la industria o simplemente para residencia, el gran problema es, que la mayoría de las veces prima más, la obtención de un beneficio económico por parte de los propietarios que venden el suelo, sin entender que puede darse un beneficio social importante. En muchas ciudades del mundo, existen gran número de ejemplos de edificios, especialmente fábricas, que han sido derribadas por completo, y hoy son complejos de vivienda residencial. En Colombia en especial tenemos estos ejemplos relevantes:

El antiguo panóptico de Bogotá, donde por más de 70 años cumplieron su condena los presos más importantes del país, hoy es la sede del Museo Nacional. Daniel Bermúdez convirtió una antigua planta de tratamiento de basuras de la Edis (la Empresa Distrital de Servicios Públicos que desapareció en 1993) en una de las bibliotecas públicas más importantes de Bogotá. La instalación, abandonada desde mediados de los noventa, tenía una bodega que funcionaba como planta, un puente por el que pasaban los compactadores para dejar la basura y un parqueadero.

El antiguo matadero de Bogotá cerró sus puertas en 1993, luego de 67 años de servicio. Cuando fue construido era uno de los más avanzados en América Latina, pero cayó en desuso hasta que las autoridades decidieron clausurarlo. Su sede se convirtió en un lugar abandonado, hasta que en 2013 la Universidad Distrital decidió hacerse cargo. Un equipo de la institución tomó el viejo edificio y, en dos años, lo adaptó como una biblioteca universitaria, dotada con sala de lectura, hemeroteca, salones para exposiciones y auditorios.

Ahora la tarea es nuestra, primero a denunciar esos espacios vacíos abandonados, para que dejen de ser “elefantes blancos”, y luego desde las instituciones, universidades, generar espacios para que la empresa pública y privada tengan la oportunidad de generar transformaciones plausibles, en provecho de las necesidades y el fortalecimiento de las políticas sociales del país.


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Comentarios


Manuel J. Quijano M. (majoquim) November 24th, 2020

Gracias Mabel por tu información. Al respecto te comento que estos elefantes blancos son el resultado del despilfarro y la corrupción. La malas políticas de planeacion llevan a resultados nefastos por culpa de intereses particulares, nada sacamos con hacer un inventario si no podemos hacer un plan de recuperación y desarrollo.

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