La política y las redes sociales

Editorial

La política y las redes sociales

La política y las redes sociales

 

Por: Ing. Abdón Sánchez Castillo -Master of Business Administration (MBA) Universidad de los Andes. 

 

Desde comienzos de la civilización, los políticos se han valido de todos los artilugios para lograr sus objetivos. Recordemos el famoso pleito que protagonizaron en la roma del año 184 a.C. Publio Cornelio Escipión Africano y Marco Porcio Catón. El primero general y político, exitoso conquistador que expandió los dominios de Roma hasta Hispania, y quien entre muchas proezas militares logró derrotar en batalla a Aníbal Barca, el temido general Cartaginés. Catón, Su contendor político, fue un militar, escritor y político de oposición, reconocido y respetado por sus proezas militares y su fama de austero y defensor a ultranza de las costumbres romanas. Catón acusó al primero de corrupción y de robarse junto con su hermano 500 talentos. Escipión se negó a defenderse, se exilio voluntariamente fuera de Roma, y murió al año siguiente. En conclusión, un acaudalado y afamado Cónsul Romano, resultó desprestigiado, en el exilio y quizá muerto por cuenta de una campaña de difamación, muy bien orquestada por su contradictor político.

 

Aquella frase popular que dice: “En la política, como en el amor, todo se vale”, ha estado vigente durante toda la historia de la humanidad, y en estos tiempos es más válida que nunca, verbigracia, la última campaña a la presidencia de los Estados Unidos. Las calumnias de parte y parte, algunas fundadas, y la mayoría infundadas, difundidas por las redes sociales, inundaron los celulares y computadores de todos los ciudadanos y seguramente en muchos casos lograron mover los votos de un lado hacia otro.

 

Esta guerra sucia llegó al extremo, cuando Trump no tuvo reparos en utilizar el miedo que los americanos le tienen al comunismo y acusó a Biden de pro comunista, cercano al político colombiano Gustavo Petro.

 

Incluso a los colombianos, alejados de los detalles de la política americana, nos puede parecer absurda dicha acusación, no obstante, quizá muchos votantes que estaban indecisos, se cambiaron de bando y votaron por Trump, por temor a tener un presidente con tendencias comunistas.

 

Creer que un hombre como Joe Biden pueda siquiera compartir de lejos el ideal comunista, basado en el desconocimiento de la propiedad privada, y en un estado todo poderoso, que se abroga la capacidad productora, elimina la empresa y el capital privado, parece más una estupidez que una realidad, especialmente por estar hablando de una democracia como la americana. Cosa diferente sería si se tratara de en un país de Latino América, donde en varias ocasiones se ha visto como un candidato supuestamente demócrata, se convierte en abiertamente en un dictador comunista, o por lo menos lo intenta, algunas veces con éxito y otras no, aprovechándose de la ignorancia e ingenuidad de nuestra gente.

 

Todo pareciera indicar que los latinoamericanos somos muy susceptibles a estas ideologías extremas, la historia nos lo ha demostrado en casos como Cuba y Venezuela. Los colombianos no somos la excepción, y el peligro está en nuestra vecindad.

Volviendo a los Estados Unidos de América, la última campaña presidencial demostró como se ha venido posicionando cada vez más el uso de las redes sociales, como medio de difusión de las ideas políticas. El presidente Donald utiliza magistralmente twitter para difundir sus verdades, que a la postre resultan ser mentiras dichas con tanta seguridad y vehemencia, que mucha gente se las cree, incluso personas cultas y con altos niveles de educación. 

 

Una prueba del poder que esta red ejerce sobre nuestras mentes, está en el hecho que Trump se ha negado a reconocer su derrota, pese a que todos los conteos y reconteos de votos apuntan a Biden como ganador, y sus seguidores toman sus trinos como la verdad revelada, a tal punto que, si él lo quisiera, incluso podrían llegar a ejercer violencia para oponerse a la salida de su líder de la presidencia. Esperemos que esto último no pase, pero podría apostar que, si el presidente lo pidiera en un tweet, así sucedería irremediablemente.

 

En nuestra patria no es muy diferente. Tanto el Presidente Duque, sus ministros, y los políticos de oposición, usan frecuentemente las redes, especialmente twitter, para difundir sus ideas, puntos de vista, o respuestas a ataques de sus adversarios. Muchos políticos también utilizan las redes como Twitter y Facebook para calumniar y desprestigiar a sus opositores, y la verdad son muy efectivos, ya que de tanto repetir una mentira, al final una buena parte de la población termina tomándola como verdad. Los grupos radicales que quieren sembrar miedo y violencia en las calles, también las han utilizado efectivamente, influenciando especialmente a los jóvenes en este sentido, con las consecuencias de vandalismo y muertes que hemos visto en los medios de información.

 

El poder que las redes ejercen sobre nuestras mentes es inmenso, tanto así que mentiras comprobadas, a fuerza de repetición y difusión, con el tiempo han tomado matices de verdad aceptada masivamente, ante los ojos pasmados de una minoría.

 

Para analizar este fenómeno, investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y de la Sloan School of Management, han realizado un estudio sobre la transmisión de falsedades en Twitter entre 2006 y 2017 y han llegado a la conclusión de que las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidades de ser retuiteadas que las verídicas.

 

¿Por qué pasa esto? ¿A los humanos nos gustan más las mentiras que las verdades?

 

La respuesta quizá sea muy sencilla y hasta simple: a la mayoría nos gustan las cosas y hechos divertidos, que se diferencian de lo tradicional. Nos atrae la polémica, la crítica, la especulación, el chisme, hablar mal de otros, especialmente de los famosos, y mejor si son políticos.  La verdad por lo general es aburrida, por eso tendemos a ignorarla.

 

Vamos a mencionar un ejemplo de noticia falsa que a fuerza de repetición ha sido aceptada como verídica por mucha gente: recientemente se ha difundido por las redes sociales que la vacuna contra el COVID-19 realmente es un mecanismo para esterilizar los hombres del planeta. He escuchado a personas mayores, instruidas y cultas aceptando esta mentira como verdad y lo peor difundiéndola. Así como este ejemplo, existen millones por todo el mundo.

 

Los seres humanos nos consideramos como una raza superior y dominante en el planeta, lo cual indudablemente es cierto, pero la verdad es que todavía tenemos comportamientos que se asemejan a otras especies menos evolucionadas, estamos hablando del comportamiento de manada.  Algunos animales que se mueven en manada, como las ovejas, pueden seguir a ojo cerrado a su líder, incluso si este se tira por un despeñadero, a riesgo de convertirse en un suicidio masivo.

 

El fanatismo que grandes grupos humanos protagonizan, siguiendo algún líder, político o religioso, es un proceder muy similar al de la manada en las ovejas. Recordemos el suicidio religioso masivo protagonizado por el “Reverendo” estadounidense Jim Jones en 1978 en la selva de Guyana, donde pretendía fundar una comunidad Socialista Comunista, induciendo a 974 de sus seguidores a suicidarse. ¿Cómo es posible que un ser racional tome la decisión de quitarse la vida porque su líder se lo pide? La explicación seguramente es más biológica que racional.

 

Otro ejemplo extremo, es la muerte de los aproximadamente 3,350,000 de soldados alemanes que murieron en la segunda guerra mundial, todo porque decidieron seguir hasta la muerte a su líder Adolfo Hitler, quién había tomado la decisión de apropiarse del mundo por ser supuestamente una raza superior, y así se lo creyeron sus seguidores.

 

En las redes sociales, se evidencia el comportamiento primario de la manada y el fanatismo, cuando creemos todo lo que leemos y peor aún lo difundimos y aplicamos. Para algunas personas, independientemente de su educación, es muy difícil distinguir entre una noticia falsa o verdadera, de ahí la gran cantidad de basura que circula por esos canales de comunicación.

 

Se ha hablado hasta la saciedad de diversas formas de verificar la veracidad de las noticias que leemos en redes sociales, pero sin ningún efecto apreciable en la población. Pareciera que la mayoría no tienen tiempo o no quieren hacer estas comprobaciones, simplemente porque quizá no les interesa saber la verdad, y prefieren vivir y disfrutar su mentira.

 

 

 

 


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