La nueva normalidad

Opinión

La nueva normalidad

 

La nueva normalidad  

 

Por: Juan Camilo Rojas Arias: Abogado candidato a Doctor, con Máster en derecho económico y políticas públicas e internacional (LLM), Especialista en derecho comercial con profundización en el área de derecho económico, internacional y de la administración pública.

 

Esta semana comenzó con sátira, risas nerviosas, esperanza, optimismo, y algo de incertidumbre bajo la paradoja que siempre nos traerá la libertad en el actuar.  La libertad como concepto tiene, en mi opinión, dos dimensiones de desarrollo; la primera ligada al yo y a su dimensión interna–introspección subjetiva-, y una externa relativa a la observación del otro –observación de la conducta exterior-. La primera es la sustancia primordial de la filosofía, y la segunda es el sustrato de las teorías conductistas que han llevado a muchos campos sus efectos, dentro de lo cual cabe resaltar, los aspectos regulatorios y parámetros de observación desarrollados en el Derecho, la economía conductual, la psicología, entre otros.

En este marco de libertad, en cualquiera de sus dimensiones, se desarrollará esta nueva fase de nuestra vida social, profesional y personal, quisiera alardear de optimista, para poder escribir, pensar y vislumbrar que empezamos una nuevo ciclo donde todo será maravilloso, que la vida nos va ofrendar tiempos despejados y otear futuros plácidos donde la consciencia colectiva permeará el sentido común y las necesidades humanas insatisfechas en diversas dimensiones y espacios poco a poco irán encontrando su equilibrio a medida que la sociedad se reestablezca paulatinamente, pero bien comprendo que mi deseo de bienestar –casi sesgo- no me debe restar objetividad y por el contrario, creo que este nuevo periodo que afrontamos ahora, más que placidez no supone retos y no resultaría aventurado identificarlo como uno de los capítulos más difíciles de nuestra historia moderna.

Somos un pueblo que ha sabido sortear las dificultades de todo tipo, las económicas, las sociales y las derivadas del conflicto interno, pero esta vez, todos los efectos de las anteriores categorías se ciernen sobre un enemigo invisible que sin demarcar sus objetivos ni desarrollar sus combates con armas, nos ha confinado y ha destruido valor social, económico y político como nunca antes lo habíamos presenciado. En la nueva normalidad, no debemos perder de vista que el enemigo sigue ahí, latente y a la espera de avanzar y ganar más territorio.

A la siniestra de este enemigo pandémico que no será fácil de derrotar ni de combatir, salen a cazar hambrientos los mercaderes de la sociedad, aquellos que promulgan altruismo obteniendo utilidad del caos y del miedo, ganado adeptos de la fragmentación y obteniendo votos “informados” de opinión basados en la desinformación.

La nueva realidad que enfrentamos, junto a sus patrones y actores nos debe llevar a no desconocer la trascendental diferencia entre conducta y acción. La primera se mueve dentro de una cadena de relaciones causales, mientras que la segunda atiende a la intencionalidad y al cúmulo de significados que todo comportamiento humano posee. En estas lides, el auto cuidado como acción, la tragedia como conducta y la construcción de país como propósito de ejercicio diario, nos llevará a una reactivación paulatina de forma que minimicemos los riegos de esta nueva condición de confinamiento selectivo.

La magnitud del reto requiere no solo la impostergable asunción de liderazgo ciudadano en su cuidado y de su entorno, sino a su vez, asumir la libertad exigida en nuestra movilidad a la altura de la coyuntura. Entender que las conductas muchas veces son sociales e imprevisibles pero sus efectos anticipables a través de la acción. Combatir la fragmentación social de la cual nadie gana. El rechazo a todo aquel oportunista mediático y político que pretenda capitalizar de la miseria humana, económica o de las vidas perdidas su plataforma política para el 2022 debe ser obviado de la aceptación política general. El momento que vivimos no está para dar saltos al vacío, afortunadamente estamos a tiempo de comprender, aprender y actuar de la mejor forma en lo individual y en lo social.

 

Finalmente, volviendo a la esencia de este hilo de ideas, retomo las palabras del Poeta Virgilio “Fuera de mí empuño las armas y una vez con ellas en la mano, me falta la prudencia necesaria” haciendo evidente la constante pugna entre una mesurada acción en un marco de libertad y poder.

 

 


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