La negociación del salario mínimo colombiano: Un asunto que nos concierne a todos

Laboral.

La negociación del salario mínimo colombiano: Un asunto que nos concierne a todos

 

La negociación del salario mínimo colombiano: Un asunto que nos concierne a todos

 

Por: Juan Camilo Rojas Arias: Abogado candidato a Doctor, con Máster en derecho económico y políticas públicas e internacional (LLM), Especialista en derecho comercial con profundización en el área de derecho económico, internacional y de la administración pública.

 

 

 

Para nadie es un secreto que el salario mínimo es una remuneración fijada que no responde a las expectativas personales de los trabajadores y, en conjunto, se percibe más como un tema de voluntad empresarial que en una correlación de muchas variables tales como: la inflación, la productividad, la competencia, la cualificación, entre otras. Por tal razón, cada año de forma casi calcada los sindicatos piden aumentos de salarios más significativos y los empresarios alegan que un incremento muy alto los llevaría a la destrucción de empleo o a la imposibilidad de crear nuevos trabajos, en el entretanto y sin mucho bombo debe estar sobre la mesa un plan de reactivación económica para conjurar los desastrosos efectos económicos derivados de la pandemia actual.

En este margen de intereses, aparentemente en pugna, conviene señalar que la negociación del salario mínimo para el 2021 ha sido y será muy compleja, pues no solo repite cíclicamente cada ano de negociación las posturas e ideologías de cada parte de la mesa, sino que a su vez, para este particular momento, su definición debe enfocarse en el bienestar de los trabajadores y a su vez, ser una medida de apoyo a los empleadores, fuente principal de donde se generan los empleos, equilibrio nada fácil, en especial por quienes alientan la fragmentación con intereses políticos.

Al efecto, los sindicatos lanzaron una propuesta de incrementar el salario mínimo en un 15% frente a la contrapropuesta de los gremios empresariales de 1,7%. Los sindicatos argumentan su propuesta como una medida no solo de bienestar para los trabajadores, sino a su vez como una herramienta que estimule el consumo al tener más recursos sobre los cuales disponer, siendo esto así, un aumento del salario mínimo fortalecería la demanda agregada vía consumo interno, y por lo tanto reforzaría la recuperación de la producción y del empleo.

Vale aclarar que para aquellos que defienden esta propuesta incrementalista,  un salario mínimo más elevado también tendría importantes efectos redistributivos a bajo costo fiscal, dado que, el mayor aumento del salario provendrá de los beneficios empresariales.   

Por su parte, los argumentos para sopesar las propuestas de un incremento más  alto, se podrían concretar bajo las siguientes ideas. En primer lugar, los efectos de un incremento alto de los salarios mínimos por encima de factores de productividad o inflación solo generaría incrementos de consumo en el corto plazo, debido a que los costos laborales hacen parte de la función de producción de cualquier bien o servicio, de esta forma, un alza generalizada de la mano de obra acabaría por trasladarse a los precios, propiciando inflación, y por ende anularía ese mayor consumo esperado al encarecerse el costo de vida, este análisis debe considerarse con sumo cuidado, cuando según estimaciones del DANE, el 11,6% - 22.3 millones de personas- reciben un salario mínimo.

Por otra parte, los efectos de un aumento del salario mínimo sin consideraciones técnicas, puede limitar la capacidad de aumentar la competitividad de las empresas, ya que se olvida de plano que los beneficios de la actividad empresarial no tienen como finalidad única alimentar los bolsillos de los empresarios, de hecho, en muchas ocasiones esos beneficios se reinvierten en la empresa en tecnología, capacitaciones - mejorando las condiciones de los propios trabajadores-.

Finalmente, no debe perderse de vista que un aumento del salario mínimo desligado a factores como la productividad real, puede terminar por expulsar a los trabajadores menos cualificados por aquellos con mejor cualificación, generando un mayor desempleo o incentivando los grandes números de informalidad que tenemos en nuestro país.

Al final, las buenas intenciones pueden tener malos resultados, de esta forma, no podemos permitir que el salario mínimo termine por perjudicar precisamente a los que se pretende ayudar.

¿Qué hacer?

Debemos apuntar por consolidar el rebote de la actividad productiva asociado a un mayor funcionamiento de más sectores productivos y al desempeño favorable del gasto privado, lo cual ha traído aparejado una reducción del desempleo. Sin embargo, esta recuperación en cantidad de empleos ha sido de baja calidad, ya que está soportada en una mayor informalidad.

El reto que se vislumbra en el frente laboral y económico no solo debe enfocarse en reducir el desempleo, sino también es fundamental que se creen puestos de trabajo formales. Estas consideraciones deberían ser tenidas en cuenta en las negociaciones sobre el salario mínimo que están empezando, quizás la solución a largo plazo no sea generar incrementos exponenciales de un año a otro sin consideración de variables técnicas, en esta vía, la alternativa seria la confluencia de políticas con objetivos afines, de esta forma, atar el incremento del salario a aspectos técnicos como productividad real y emplear el gasto público hacia el fortalecimiento de la industria orientada a la exportación, al desarrollo de nuestro mercado interno y a la modernización de la economía, con lo cual, se esperaría racionalmente un aumento de la productividad de los trabajadores y gracias a esto poder aumentar de forma sostenible y continuada el salario mínimo, propiciando una sinergia circular entre consumo y producción sobre la base de la cualificación y la educación.

En cualquier caso, lo cierto es que el salario mínimo es sin duda una de las claves del debate económico en el panorama de recuperación económica en una época pos pandemia. Adicionalmente, este debate abrirá las puertas para el próximo 2021 afrontar una tema tan espinoso como necesario, relativo a la flexibilización del mercado laboral y el necesario impulso y desarrollo de medidas para mejorar la productividad en contraposición intelectual de aquellos que buscan la protección de garantías laborales frente a toda consideración. Independientemente de opiniones políticas, en realidad el debate es ¿Cómo construimos un país mejor para todos hoy y mañana?

 


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