El País del Emprendimiento debe dejar atrás sus pesos sociales de la historia

Emprendimiento.

El País del Emprendimiento debe dejar atrás sus pesos sociales de la historia

El País del Emprendimiento debe dejar atrás sus pesos sociales de la historia

 

Nuestro camino como sociedad ha estado influenciado por nutridas ideas reformistas basadas en tratadistas franceses, americanos y españoles. Nuestros líderes de antaño exponentes de un proceso de ilustración colombiano de corte ambivalente conservador, librecambista y en algunos casos abiertamente liberal, se inspiraron en: Locke, Montesquieu, Voltaire, Rousseau, caminos de pensamiento proporcionales entre lo disruptivo y lo peligroso.

Desde esa época y dentro de nuestro proceso de independencia, han corrido diversas doctrinas de funcionamiento económico y Estatal, claro está, con la marcada tendencia de la tradición hispánica. La revolución americana, en esencia legalista y conservadora, tuvo como objetivo garantizar el individualismo frente al Estado (Constitución de Madison de 1787), la protección del individuo y sus libertades fue la consigna que llevó a la independencia contra los ingleses, de manera que se estructuró una república con una lógica de poder ascendente – el poder surge del pueblo y asciende a sus gobernantes-, lo que los vuelve de facto, unos operadores del poder otorgado por el pueblo y sujetos a la vigilancia de la sociedad (fuente del término – servidor público-), el desarrollo social y económico era un dominio privado desarrollado por factores endógenos y exógenos ajenos del control público- Acá predominó la principal diferencia con la revolución francesa (otro hito inspirador de nuestra cultura), el individualismo fue el móvil de la independencia y la igualdad estaba dictaminada en función del ejercicio y respeto de sus derechos (Rule of Law – Estado de Derecho).

Por su parte, los franceses se embarcaron en un proceso utópico influenciado en gran medida por Rousseau, en el que se implanta el concepto de la voluntad general sin limitación alguna que si misma. Esta concepción dista de la americana, en la medida que el centro no era el individuo, era la mayoría. Así, la ingeniería Estatal que garantizaba la felicidad social a través de la igualdad de las condiciones y los resultados de la realidad, se construyó sobre una retórica dirigida a eliminar las jerarquías basadas en abolengos. Este proceso de visión Estatal como validadora de la voluntad general llevo al autoritarismo (Robiesperre, Danton, Marat, Saint-Just) dictaminado por el ardor y la ética revolucionaria.

En esta realidad multi influenciada, en nuestros inicios de independencia se establecen monarquías locales, similares de las que acaban de independizarse – un presidente vitalicio y un vicepresidente hereditario-. La visión de la época tenia un ingrediente social muy poderoso, guiado por los lideres revolucionarios (criollos) y operativizado todo por indios y afros que combatían en dogmas de forma adoctrinada y sin cuestionamiento de fondo, de manera que las estructuras políticas no estaban demarcadas claramente desde la identificación racial, fueron gestadas por golpes de poder que no garantizaron en sus inicios proyectos políticos claros y estructurados, con método y objetivos a corto, mediano y largo plazo.

La estructuración de la organización Estatal se basaba nuevamente en la pugna de doctrina americana (federal – basada en el reconocimiento y las expresiones campesinas regionales) o la visión francesa (centralista – cosmopolita), lo que llevó a la generalizada insatisfacción y a la generación de movimientos guerrilleros. Entrabamos en una nueva forma de entender el poder y acá se centró la estructura de la progresión económica y de debate: La liberal basada en la industrialización, al federalismo y al desarrollo científico; y la conservadora (España colonial) fundamentada en la religiosidad y la propiedad agraria,. Claro está que el trasfuguismo entre corrientes fue algo común desde nuestros inicios hasta la fecha.

No obstante, el desarrollo económico siempre se vio disminuido por la pugna social y política asignándose la culpa según la ideología antiespañola o anti india. El debate evolucionó desde el sesgo de la tonalidad de la piel y de la fuente de la ideología, fomentándose los movimientos antiimperialistas y pro imperialistas (USA), al margen de estas doctrinas, en México, surgió, y luego se diseminó por toda la región, la visión del Estado como motor de la economía y equilibrador social hacia la redistribución de la tierra. El debate nunca se centró de forma alejada de los latifundios y de nuestra incesante intención de la vocación agrícola, dando por producto social y económico una máxima refractaria pero cierta: los capitales locales eran insuficientes y la capacidad de absorción tecnológica era mínima a la terminación del siglo XXI y la introgresión del debate productivo en Colombia no se daba lamentablemente. Así, a brecha en el terreno científico era abismal, los países avanzados se movían cómodamente en la biogenética, la cibernética y la inteligencia artificial.

Con estas realidades, se empiezan a tornarse medidas reformistas de fomento a la apertura económica, controlar el déficit publico (regla fiscal) acuerdos de cooperación (Alianza Pacifico, CAN, Acuerdos bilaterales) que trajeron consigo dinamismo, conocimiento y nuevas influencias en el hacer y surge un concepto de ultima generación como movilizador de la realidad social del país, el emprendimiento.

El emprendimiento es una apuesta segura, es la moneda de pago a una sociedad que ha estado ahogada en pugnas sociales y políticas ajenas a su voluntad, es el mecanismo probado sin ideologías que lleva al desarrollo económico y a la maximización del bienestar social a través de la asignación de recursos hacia usos productivos y medios más innovadores. El emprendimiento indefectiblemente tiene una cara social, apolítica y un mensaje de unidad, pero para ser el país del emprendimiento debemos recoger experiencias, datos y aprendizajes, tales como:

  1. Reconocer la importancia de la formación del capital humano

Para este punto me gustaría citar al economista Gary Becker (The economic approach to humman behavior) quien demostró que el capital humano es uno de los factores básicos en la ecuación del éxito económico, resaltándose que aunado a este juega un rol vital los valores, las actitudes y creencias con que las personas afrontan la realidad económica y social de ahí la importancia de fortalecer la educación como un bien público de calidad y actividades que incidan positivamente en la escala de valores de cultura y de percepción.

  1. La legalidad y la justa dimensión de las instituciones en el desarrollo económico.

La tesis del actual gobierno precede al emprendimiento con la palabra equidad. Una inclusión que no es causalidad y retórica, por que no resulta posible ser el país emprendedor sin una cultura basada en la legalidad y respeto a las instituciones. Para argumentar este punto cito al institucionalista Douglas North, quien incluyo análisis cuantitativos en el desarrollo histórico e institucional de las naciones más prosperas pudiendo concluir que la prosperidad de las naciones estaba estrechamente ligada a aquellas naciones que garantizaban los derechos de propiedad, a la eficiencia en la administración de justicia y a un sistema legislativo claro y eficiente, en un ambiente institucional favorable, las personas pueden trabajar, crear, emprender e invertir sin temor a arbitrariedades publicas que drenen sus incentivos, a contrario sensu, ¿Quién rozablemente invertiría en un emprendimiento en Venezuela?.

El marco de legalidad tiene como efecto persuasivo y mas importante estimular el ahorro en las personas generadoras de riqueza, toda vez que, en un ambiente seguro a futuro, se tienen los incentivos para privarse de satisfacciones al día presente con la expectativa de lucro o bienestar multiplicado en el futuro, pero esta expectativa solo es asegurable bajo un estado de derecho y un sistema de legalidad sólido. El emprendimiento es un proceso de riesgo presente y volátil futuro con expectativa de retorno a mediano y largo plazo, de manera que la promesa de un país emprendedor solo es realidad bajo un esquema de propiedad privada y legalidad fortalecido.

  1. Educación y valores

El país emprendedor puede ser el camino de una tierra prometida, pero parra llegar a ella, no solo bastan decisiones en el presente y movilización de recursos e incentivos. Requiere decididamente un cambio de cultura, debemos dejar atrás la nefasta cultura de la inmediatez, construyamos hogares y generaciones basadas en el respeto a la sociedad y al Estado, vivamos en la tolerancia, en el fomento de la democracia, incentivemos a nuestras nuevas generaciones a ser creativas, vayamos más allá del método escolástico de educación, premiemos la innovación en etapas tempranas, reformulemos nuestros métodos, enseñemos la legitimidad de la meritocracia y creamos en el imaginario colectivo del bien común y la confianza, todo ello sobre una máxima constitucional, tenemos derecho y obligaciones con nuestros afectos, la sociedad y el Estado.

  1. La internacionalización es el camino más rápido al conocimiento

El país del emprendimiento no puede tener una base cerrada. En el mundo está el conocimiento. La frontera de investigación y de técnicas no están en nuestro país. En nuestro país hay talento de sobra, pero en el mundo hay confluencia y tradiciones que escapan a nuestro control por tradición, cultura y diferencias competitivas, tradiciones culturales que llevan a desarrollar divergencias productivas que se pueden capitalizar del intercambio comercial.

No debemos tener temor de aprender de otros. La historia de casos exitosos nos marca la guía. Los alemanes buscaron en los ingleses los secretos de la industrialización, hoy USA es una potencia educativa por que deliberadamente apropiaron el método alemán de enseñanza pública entre otros.

Finalmente, tenemos las herramientas para avanzar de nuestros legados culturales de estigmatización y de visiones segadas. Debemos aprovechar este momento para movilizar nuestro país hacia condiciones de bienestar general a través del respeto de la libertad económica, de la garantía de la legalidad y del fortalecimiento de nuestras apuestas productivas. No depende exclusivamente del Estado, la construcción del bienestar social solo se puede dar a través de la movilización de nuestras acciones comunes. Así, el país del emprendimiento solo puede ser una realidad basada en el respeto a las instituciones, en el cumplimiento de nuestros deberes y en la coadyuvancia en la formación de nuestras generaciones. El control social sobre el Estado nos marcará los puntos cardinales para llegar a la tierra prometida.


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