El liderazgo Que debería hacer un buen líder

Por: Abdón Sánchez Castillo

El liderazgo Que debería hacer un buen líder

 

¿Qué debe hacer y no hacer un buen líder?, es una de las grandes cuestiones que plantea la administración moderna, tarea nada fácil por cierto, ya que como lo plantea la teoría de contingencia de Fiedler1, la efectividad de un líder dependerá de la situación particular en que se encuentre la compañía o área que dirige, y cuál es el estilo que más se ajusta a dicha organización, es decir, si está en una situación estable donde puede florecer un liderazgo orientado a las relaciones entre el líder y sus miembros, o en una situación extrema o estresante, donde resulte más efectivo un liderazgo orientado a las tareas.

 

Pese a los años de publicación que ha tenido esta teoría, todavía está vigente, y sigue siendo utilizada como referencia, no obstante, la realidad es mucho más compleja. En la figura 1 planteamos las virtudes que desde el punto de vista de muchos autores, debería tener un líder moderno, en el entendido que la principal función de éste es motivar a cada uno de los miembros de su equipo.  Vamos a analizar aquí cada una de estas virtudes, mostrando lo que se debe y no se debe hacer, para determinar cada uno de los antivalores, que desafortunadamente caracterizan muchos de nuestros líderes. Un autentico líder debe tener la capacidad de identificar en sí mismo estas fallas y corregirlas, ya sea por iniciativa propia o con ayuda de coaching.

 

La disciplina es una virtud sumamente necesaria para un líder, ya que a través del ejemplo puede transmitirla a sus subalternos. Sin disciplina, como casi todo en la vida, es imposible alcanzar resultados sobresalientes. El antivalor más frecuente con que nos encontramos es la pereza. Evitamos a toda costa el trabajo duro, preferimos chatear 5 horas, acerca de temas intrascendentes que realizar un buen informe, que nos tomaría tan sólo una hora. La impuntualidad también es indicio de indisciplina, e indica la falta de respeto por el tiempo de los demás. La indisciplina es sinónimo de baja productividad.

 

Enfocado hacia metas

 

 

El enfoque es una diferencia relevante entre un líder que improvisa y uno que es estratégico. La improvisación es una cualidad que puede ser útil solamente en situaciones extremas y bajo presión, lo cual debe evitarse en la medida de lo posible, aplicando la virtud de estar alerta.

 

 

 

Para un líder dormirse en los laureles, puede ser una falla muy costosa, ya que cuando intente tomar medidas para afrontar una crisis o una amenaza sobreviniente, quizá ya sea demasiado tarde, por tal razón, la virtud de estar alerta, en estos momentos de cambios abruptos y dinámicos en el mercado, constituye una virtud muy valiosa.

 

 

“La perseverancia es la base de todas las acciones” Lao Tzu. Como la gota de agua que gracias al paso de los años logra perforar la roca, así mismo ocurre con cualquier acción o plan que el líder decida ejecutar. La palabra abandonar no debe existir cuando se trata del cumpliendo de objetivos estratégicos. Un buen líder debería tener incrustado en su ADN la persistencia y la resistencia para afrontar las dificultades y lograr superarlas, para lo cual debe tener el plan A, el plan B y el plan Z. Debe generar cuantas alternativas sean necesarias para lograr el objetivo. Algunas empresas incluso llevan un ranking de las ideas o alternativas planteadas por sus líderes y cuantas de estas resultan exitosas, constituyendo esto un indicador importante de su desempeño. Un líder sin iniciativa es como una fuente sin agua.

 

 

 

En algunas circunstancias, especialmente en situaciones extremas, donde las tareas repetitivas deben ser ejecutadas con precisión y disciplina, tal vez un líder enfocado hacia las tarea, temido o incluso odiado, puede funcionar en forma temporal, no obstante, este tipo de liderazgo está destinado a fracasar, ya que no es sostenible en el tiempo. Como dice el popular adagio, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Como la principal función de un líder es motivar a su equipo, el carisma se convierte en la herramienta ideal para lograrlo. Esta virtud, acompañada de las demás ya mencionadas, constituye un poderoso motivador para cada uno de los miembros de su equipo, transmitidas a través del ejemplo y de las palabras precisas y consistentes. El líder debe propiciar espacios frecuentes para transmitir sus ideas, pensamientos y directrices.

 

Honrado

 

La honradez es una virtud altamente valorada, especialmente en nuestra sociedad colombiana, donde cada vez es más difícil encontrar líderes que cumplan con todas las virtudes mencionadas, especialmente ésta. En nuestra cultura infortunadamente desde nuestra niñez se inculca el individualismo y el ser altamente competitivos, utilizando incluso atajos, por tal razón escuchamos con frecuencia adagios como “papaya partida papaya comida”. La televisión tampoco ayuda en este sentido, ya que muchas series y novelas famosas producidas en nuestro país, finalmente son una apología a la violencia y a la vida ostentosa, infringiendo la ley, o rompiendo las reglas de la ética y el trabajo honrado. Dichas novelas o series transmitidas por la televisión pública, son un prueba evidente de la carencia de valores de nuestra sociedad, ya que los programadores escogen el camino del alto rating, a costa de sembrar antivalores en una juventud ávida de experiencias extremas.

 

Inteligencia Emocional

 

 

Aquella frase que dice: “Una cosa es decirlo y otra es hacerlo”, tiene especial significado cuando se trata de controlar nuestras emociones, proyectar una imagen optimista hacia nuestro equipo y ser empático con ellos, tarea nada fácil para la mayoría, pero ineludible para un buen líder. Cuando hablamos de controlar nuestras emociones, significa el no permitirnos aflorar frente a nuestro equipo sentimientos extremos como son la ira o la aflicción extrema, ya que estas emociones hacen que el líder pierda el control de las situación y realice acciones inapropiadas que rompen irremediablemente la empatía con su equipo. Practicar y aplicar métodos de autocontrol, pueden ser de mucha utilidad, no solo para líderes, sino para cualquier persona que tenga que trabajar en equipo o tener contacto con los clientes. La empatía, es decir, ponerse en los zapatos de los demás, para un líder que lo hace bien, significa tener el poder de llevar a sus colaboradores al máximo de sus capacidades profesionales o físicas, por convicción, no por obligación.

 

 

Un buen líder debe tener alma de profesor, debe disfrutar compartiendo con su equipo las experiencias positivas y negativas que él ha vivido, que contribuyan al crecimiento profesional y personal de las personas que lo rodean. Debe compartir generosamente sus conocimiento con los demás, y estar dispuesto también a escuchar y aprender de su equipo. Debe existir comunicación de doble vía.

 

Podemos concluir que ser un buen líder no es tarea fácil, además de requerir virtudes nada fáciles de cultivar y hallar, por otra parte, los antivalores pululan a nuestro alrededor y al menor descuido se nos adhieren y toman control de nuestro estilo de liderazgo, por eso debemos estar siempre vigilantes, tratando de auto-diagnosticarnos, auto corregirnos o incluso buscar apoyo externo en caso de necesitarlo. Ser un buen líder tampoco es garantía de éxito absoluto, pero si lo logras, seguramente podrás maximizar tu capacidad de generar valor en la empresa o proceso que dirijas.

 

 

Abdón Sánchez Castillo

Gerente Notinet.
Master of Business Administration (MBA), Administración
y gestión de empresas, de la Universidad de los Andes.

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