Ciudades vacías: que sensación te produce agorafobia urbana?, nostalgia? O fascinación.

Opinión

Ciudades vacías: que sensación te produce agorafobia urbana?, nostalgia? O fascinación.

Ciudades vacías: que sensación te produce agorafobia urbana?, nostalgia? O fascinación.

Por: Mabel Castillo.

Hasta el 31 de enero de 2020, todas las ciudades del mundo venían creciendo de una manera exponencial, desmesurada y acelerada. Las normas, planes y programas de desarrollo territorial, dan cuenta de miles de proyectos de vivienda y comercio que son más de uso privativo e individual, que de espacios públicos que le permitan a las personas, poder disfrutarlas. Hace poco leí a Edward Glaeser (2011), quien señala en su página 23 que “las ciudades no están constituidas por edificios, sino por personas”, y quien más adelante, nos lleva a comprender  el espacio público, como un componente de la ciudad,  y como un lugar que fortalece el ejercicio de la ciudadanía.

Pero y que es el espacio público? Se entiende por espacio público como el lugar de la ciudad de propiedad y dominio de la administración pública, quien tiene la responsabilidad de cuidarlo, mantenerlo, y ponerlo al servicio de la comunidad para que pueda ser usado y disfrutado.

Es considerado como un “espacio vacío”, generalmente construido en el centro de las ciudades, y que sirve principalmente para ser los lugares visitados turísticamente. Generalmente están dotados de mobiliario urbano (luminarias, bancas, papeleras, estaciones de autobuses, señales de tránsito),  que permiten que su uso, y su visión sea más detenidamente visto por quienes la recorren. Esto al fin y al cabo en la mayor parte de ciudades es una utopía.

La realidad hoy por hoy es otra. La ciudad es menos “usada” socialmente, no es posible poder cruzarse en una calle o plaza con los vecinos, de ser disfrutados por adultos mayores, niños y jóvenes, adultos de todo tipo. El turismo, lo tiene todo saturado, inadecuadamente utilizado, y dramáticamente desprovisto del aspecto social. En estas nuevas ciudades los vecinos no se conocen, ya observamos que los niños no juegan en las calles, y lo que es peor la vida se hace en las vivienda, como lo que estamos viviendo con esta cuarentena.

La cantidad de personas que por el espacio público circulan, la vuelven insegura, provocando un ambiente de zozobra, angustia y ansiedad, que no permite su más mínimo disfrute, es, este estado de lo “lleno”, el que no nos gusta, el que nos preocupa y hace que nos volvamos individuales, poco sociales, que seamos ciudadanos, pero que lo hagamos, a través de cuatro paredes, nuestra vivienda.

Ahora analizare un poco lo de agorafobia urbana o nostalgia, términos muy diferentes, y que nos llevaran a diferentes conclusiones. Por un lado, la agorafobia, viene del latín ágora - plaza pública, fobia – temor, y  es “un miedo intenso a estar en lugares abiertos o en situaciones de las que puede ser difícil escapar o donde la ayuda no esté disponible”. Quienes la sufren, generalmente, son personas muy ansiosas de tener un ataque de pánico en un lugar público. También pueden tener miedo de estar solas o tener problemas para salir de su casa. Estas personas por lo general, evitan los ascensores, los puentes y los lugares públicos.

Esta enfermedad es producida por la degradación o la desaparición de los espacios públicos protectores, abiertos para todos, porque además, se convirtió en un lugar, donde se evidencian los problemas de injusticia social, económica y política. Lo que nos lleva a pensar, que en su mayoría, y dado lo escrito en párrafos anteriores, lo sufrimos. No disfrutamos nuestras ciudades, nuestros espacios públicos, precisamente por esa sensación de “lo lleno”, que nos lleva a preferir la seguridad de nuestras viviendas antes que la inseguridad de la calle, y el miedo a enfrentar situaciones que no podamos solventar por nuestra cuenta. Afrontamos la ciudad, con prisa, con rapidez, sin verla, y como es lógico sin usarla y disfrutarla, que es para lo que fue construida.

Por otro lado, nostalgia, también la sentimos, claro que la sentimos, siempre que vamos por turismo a una ciudad, lo primero que hacemos es tomar una foto (sin nosotros) del espacio que queremos recorrer, al que estamos visitando, y por ultimo compramos la postal, en la cual no aparece ninguna persona. La primera sensación que tenemos cuando visitamos un lugar es ese “vacío”, queremos hacerla nuestra, apoderarnos de ella, que solo sea de nosotros, y nos la apropiamos, por eso el ver hoy las diferentes noticias, las cámaras locales de cada ciudad, nos permiten generar ese alivio en nuestras mentes acerca de la cercanía y sentido de pertenencia, nos hace sentir un “fresco” en el cuerpo.

Para muchos es un paisaje escalofriante, sí, porque creen que el turismo generalmente de masas, como pasa en la Plaza de Bolívar en cualquier ciudad de Colombia, le deja a la ciudad un aumento en la economía, aportando ganancias a la hostelería, las cafeterías, restaurantes y al comercio, y bueno a la ciudad en tanto se visiten sus lugares de turismo. Lo cual es real, si, el PIB de las ciudades lo constituyen estos valores, pero se justifica el uso o por mi punto de vista mal uso del espacio público?, mi derecho a la ciudad, a este espacio está por debajo del interés grupal?  

Será este el momento de recuperar nuestro espacio público? Nuestro “lleno”? Recuperar el espacio público implicará un retorno a sus orígenes, a su misión, para lo que fue construido, obviamente teniendo en cuenta elementos y sabias soluciones de otros tiempos, es decir, inspirarnos en la tradición, pero desde una perspectiva más elevada que incorpore todo aquello que la época actual nos da. Es volverla más funcional, es darle un motivo es darle un porque y para qué.

Intervenir este espacio público nos va a implicar, la concentración y concertación de una serie de acciones y actores con un resultado muy visible y multiplicador que garantiza el retorno y apropiación de las zonas centrales por parte de la ciudadanía, como el mejor escenario para volver a “ejercer de ciudadanos”.

 

 


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Comentarios


Gabriel Castro April 20th, 2020

Muy buena argumentación Mabel, un saludo afectuoso de un excompañero del IPN. Espero que estés bien

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